Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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JUL115. LA CUESTIÓN, de Fernando Martínez

Juan era un hombre de costumbres. Ya sabe, lo tuyo, tuyo y lo mío, mío. Cada uno en su casa y dios en la de todos. Más vale dar que recibir. Y al fin y al cabo, eso es lo que hizo, dar. Y por si fuera poco en el centro de la plaza, junto a la fuente, para que lo viera todo el pueblo. Ahí fue donde encontraron a la Candela y luego… ¡Todo el revuelo que se ha armado! Yo no entiendo tanto revuelo, ¿Sabe lo que le quiero decir? Aquí esto ha pasado toda la vida de Dios. No sé para qué tanto, ¿para qué? Y encima tenemos a la otra, a la Candela, que yo qué sé si será verdad lo que contaban de ella. Que si esto, que si lo otro, ya sabe usted, y si no, seguro que puede imaginárselo. Estas cosas no pasan porque sí… pero entiéndame, una cosa es hablar así, entre amigos, y otra muy distinta sacar los trapos sucios en televisión, para que todo el mundo sepa lo que se cuece aquí. Vamos, que no. Que preferiría no concederle esa entrevista, además… ¿De cuanto estamos hablando?

12 Responses

  1. Qué autentico y con cuánta vigencia en la actualidad. Periodismo de carnaza y moralidad de quita y pon dependiendo de las cantidades que se barajen. Lo has clavado, Fernando. Saludos

  2. Fernando, muy oportuno en los tiempos que corren, donde se valoran cosas despreciables y por supuesto cuando el dinero interviene, las dudas se disipan rápidamente.
    Muy bien contado. Me gusta.
    Un saludo para ti y mucha suerte.
    Elena

  3. Todo tiene un precio, y si las costumbres son leyes ya se sabe, está escrito. Son reminiscencias de las sagradas escrituras que nadie, en la curia, tiene interés en eliminar. La mujer en la casa y punto. En fin, que me voy, Fernando, que sí que de cuánto estamos hablando. No obstante creo que en este relato no te has esforzado mucho, y aquí se están poniendo muy exigentes.

  4. Buen reflejo de una sociedad que se refugia en las penas de otros para olvidar las propias y que prostituye sus sentimientos ofreciéndolos al mejor postor, ¡que pena! Me gusta esa fluidez con la que se desarrolla la historia.

    Un abrazo,

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