JUL140. TIEMPO, de Antonio Diego Araujo Gutiérrez
Aquella divagación le hizo sonreír: conocía a la perfección los intrincados mecanismos que posibilitan la exactitud del tiempo, y sin embargo no tenía ningún control sobre la relatividad con que las horas y minutos transcurrían entre las cuatro paredes de su taller. El sonido de la campanilla del portón le devolvió al mundo real. Un hombre vestido con traje de corte antiguo entró en el local, caminando como sí cargara un peso sobre los hombros. Extrajo del interior de su chaqueta un reloj de bolsillo y lo dejó sobre el mostrador. El relojero lo observó con admiración, con la mirada fija en la esfera nacarada sobre la que resaltaban dos agujas doradas que, curiosamente, señalaban hacia el interior.
– sé que no me creerá, pero sus agujas avanzan hacia el pasado. Quiero que lo detenga.
– preferiría no hacerlo, señor, mis manos no están hechas para quitarle la vida a estas criaturas. Me gustaría comprárselo.
– quédeselo. Se lo regalo.
El hombre se alejó del mostrador, esbozando una sonrisa amable, cerró la puerta y se marchó con un andar ligero, como si hubiera dejado atrás el lastre de sus recuerdos.
Me gusta y atrae la idea del reloj cuyas agujas avanzan hacia el pasado como un lastre para el protagonista; quizá la primera frase te distrae un poco del tema central. Y un consejo: cuida también las mayúsculas al inicio de los diálogos. Saludos y suerte para este mes.
Antonio Diego, un cuento muy bonito de leer. Suerte y saludos
Te había hecho un comentario, pero se ve que el reloj o se paró o retrocedió. Quizás ande en otra dimensión, pero intentaré recuperar la esencia, y si no, date por felicitado, porque además, hablndo de momentos, fui la primera 🙂