JUL157. CARMÍN DE ALCOBA, de Ana Belén Rodriguez Piqueras
Sentada sobre el alfeizar de la ventana, ungida aún de rojo carmín infecto de sangre joven le observó durante un par de minutos. Rápidamente subió al segundo piso y agarró con ímpetu todos los escritos; olvidando tan sólo un invisible hilo de sangre grana a su paso. Antes de salir de allí, se detuvo de nuevo frente al joven tendido en el suelo y le besó convertida en Charles.
Carlos trabajaba como abogado pasante en el despacho de Miguel pero su verdadera pasión era la escritura. Carmen ahogada por el paso del tiempo inerte con su marido decidió, con sutil guante blanco de alcoba, acercarse a Carlos y conocedora de su pasión no dudo en compensar sus noches con sus relatos. Presionando a Carlos con confesar todo a Miguel le obligaba a escribir bajo el pseudónimo de Charles apropiándose de sus escritos
Carlos un día se enterró con su pluma y Carmen olvidó mirar entre las escrituras, desvelando por sorpresa a Miguel, en un juicio como este, lo siguiente: Al olvidarse el amor de su verbo escapo fugaz de ella y de mí mismo, respeta mi culpa Miguel cuando me encuentre rogando por ti en medio de este abismo.
Realmente la protagonista es como una mantis religiosa pero no muy lista porque olvidó hurgar bien entre los papeles y fue descubierta. Gracias Ana por tu comentario. Un abrazo
Compleja historia para una devoradora de hombres. Un abrazo.Gloria Arcos
Sencillamente compleja. Muchas gracias Gloria. Un abrazo