JUL164. LADRÓN DE CARTAS MUERTAS, de Patricia Mejías
El jefe del departamento se lo advirtió: —Es una labor harto difícil, y no es cualquiera empleado el que posee la entereza para realizarlo… —Y le expuso el interior del horno crematorio y el funcionario se estremeció. Durante un tiempo, su misión fue salvar a la mayor cantidad y hacerlas llegar a su destino; para ello no dudó en instalarse su morada en aquel lugar. Bajo el escritorio, una frazada; en una silla, una palangana, jabón y una toalla; algunos adminículos de aseo dental, y un biombo para protegerse de las inclemencias de las miradas. Así podía dedicarse entero a examinar cada caso, rastrear las pistas hacia algún destinatario. Poco a poco, perdió la dirección de su propia existencia entre tanta soledad de historias inconexas. Entonces, operó el instinto de supervivencia: entregaba al fuego a muchas, aún con esperanzas, con tal de proveerse de víveres y cualquier cosa que le fuera útil, y se parapetó detrás del biombo con una lata
de bizcochos de jengibre, hasta que el mismo director del correo le vino a suplicar:
—Márchese de aquí, por favor, y que Dios lo bendiga.
Entonces Bartleby contestó:
—Preferiría no hacerlo.
Triste cometido quemar aquello que un día intentó salvar. Parece una broma del destino. Besos. Gloria Arcos
Cuando leí el relato de Melville me llamó la atención ese departamento de cartas muertas. Sabía que ahí había una historia. Tú nos presentas al escribiente trabajando en él, con las mismas cualidades de productividad y habitáculo permanente. Me ha gustado «inclemencias de miradas», y el punto de vista que has tomado. Por otro lado, Patricia, te estaba echando de menos. Suerte.
Patricia, qué tardona eres. Pues, el relato es muy interesante; se lee muy bien pero lo más que me ha gustado es la última frase “preferiría no hacerlo”se ha encajado como un guante con el tema de mes. UN fuerte abrazo a mi querida amiga,Sotirios.
Coincido con Ximens y Patricia. Ese pasaje de las cartas muertas se me quedó también a mí ahí en la cabeza. Y de hecho alguna historia real hay de cartas que llegan a su destino muchos años después, ahora con los mail todo eso se complica, que se lo digan sino a Iñaki U.
Un abrazo.