JUL166. HERENCIA INEXORABLE, de Elysa Brioa Escudero
Desde hace generaciones mi familia tiene la obligación de vigilar la ventana en el piso tercero del edificio. Es ahí donde está la silueta, inalterable, siempre en la misma posición. Durante cientos de años ha recaído sobre cada primogénito la labor de habitar lo más cerca posible de este lugar, sin perderlo de vista. Una vez al año hay que recorrer esos pocos metros, subir por las escaleras, entrar en la habitación que se vislumbra apenas tras los cristales y hacer la misma pregunta: Señor Bartleby ¿no cree que ya es el momento de abandonar este lugar? Siempre contesta lo mismo: preferiría no hacerlo. Tras esta respuesta regresamos de nuevo a casa, con la esperanza de que si le damos más tiempo la próxima vez la contestación sea distinta. Ya no recuerdo cuándo comenzó todo, ni qué sentido tiene seguir aquí. Mi vida ha sido cumplir esa rutina, pero estoy cansado, mis piernas apenas tienen fuerzas para hacer tan corto camino y no queda ningún pri
mogénito que continúe la labor. Esta herencia inexorable llega a su punto final, cualquier día el edificio desaparecerá de pura decrepitud igual que este mundo donde ahora solo quedamos Bartleby y yo.
No sé quien es más cansino, la silueta o el vecino. La novela entra en un bucle con el lector y yo preferiría no leer el final.
Un beso
Que pesada esa rutina que parece no lleva a ninguna parte. Pero que encanto de relato haces Elysa. Te deseo mucha suerte.
Besicos muchos.
Es una rutina sin un fin determinado, parece que son tan observados tanto el uno cómo el otro. Un fuerte abrazo. Gloria Arcos
Ely, una idea muy original que has sabido desarrollar muy bien. A veces realizamos actos sin saber su origen ni su aquel, costumbres impuestas o modas.
Me gustó.
¡Mucha suerte!
Bessets.
Uff, Elysa, vaya metáfora sobre el inmovilismo que te has montado. Que todo permanezca inmutable, estancado hasta su destrucción. Me llegas a la falta de avance en religiones, socialización, humanidades. En fin, cosas mías. Suerte en el Juicio Final.
Me gusta mucho el texto. Me parece que está escrito d eforma muy fluida.Y está la imagen de los dos imbuidos en un comportamiento tan sinsentido el del uno como el del otro y el juego metaliterario. Mucha suerte.
Dura herencia que condena a la inmovilidad, la misma y terca inmovilidad de Bartleby. Sin primogénito que continúe la vigilancia, sólo cabe la destrucción final del mito, ya que sin testigos será indiferente su empecinamiento.
Buen micro, Elysa, me ha gustado. Tiene un cierto toque de misterio, de casa anglosajona decimonónica.
Un beso.
Lo que es realmente inexorable es la calidad de tu escritura. Mucha suerte. Un abrazo.
Elysa has esperado hasta el final para mostrarnos tu trabajo pero como reza el dicho lo bueno se hace esperar.
Al leerlo has conseguido crear en mi una sensación de inquietud creciente.
Casi te alegras de que no haya descendientes para no perpetuar la dichosa herencia.
Tambien me ha llegado la soledad del personaje que es abrumadora.
Espero que tengas suerte. Saludos
Elysa, la ambientación se percibe gracias a tus imagenes-palabras; se respira esa habitación, y casi se le pone rostro al vecino taciturno; suerte y saludos