JUL18. TRAS LA PIEL ADULTA, de Cándido Macarro Rodríguez
Anhelante, con el macuto al hombro, emprendí camino en busca de respuestas.
Crucé infinidad de pueblos, ascendí elevadas montañas, bajé barrancos profundos, atravesé oscuros bosques y praderas inmensas…
Pregunté, indagué, investigué, busqué, escruté, inquirí, pero cuanto más me alejaba, más cerca me encontraba de la duda más absoluta.
Consulté a expertos, sabios, religiosos, sin importarme sus credos. Nada conseguí.
Sonsaqué a gurús, charlatanes y videntes. Idem.
Sondeé a amigos. También a enemigos. Siempre la misma estéril respuesta.
Nunca me llevé bien con Dios, pero cedí dirigiéndome a él como último recurso. Silencio.
Desorientado, me senté a meditar al borde del camino.
Fue entonces cuando se me acercó un niño de rostro familiar y me miró con grandes ojos azules y sonrisa verdadera. Me dio un beso y marchó.
Ese niño…
No podía quitarme su imagen de la cabeza…
¿Me conocía?
¿Quién era ?
De repente, caí en la cuenta…
Creí saber…
Finalmente, tuve la certeza…
Estaba otra vez en el punto de partida. Tras mi viaje comprendí que sólo conocería la respuesta definitiva cuando aprendiera de nuevo a contemplarme a mí mismo con la pureza de la mirada del niño que otrora fui. El niño que ignoré al hacerme mayor.
Ese que sigue viviendo en nosotros y que nos guiña el ojo de vez en cuando. Muy bonito tu relato, sí.
Un saludo
A mí también me ha gustado. Voy a buscar a la niña que perdí.
Gracias por recordármelo.
Muchas gracias por los comentarios
Cándido
Ojala no perdamos nunca al niño que un día fuimos, muy bonito eso de recuperarlo. Viaja y viaja y casi siempre la respuesta estaba tan cerca.. me gusta el comentario de Paloma, en realidad de vez en cuando nos hace un guiño. Bonito.
La vida no son más que paladas y paladasde arena con las que vamos enterrando nuestra inocencia, nuestra pureza, nuestra niñez. No podemos permitirnos aparecer vulnerables ante los demás, aunque en el fondo sepamos que la verdad se encuentra en nuestra primera capa, en el origen de todo, en el niño que, a pesar de nuestra insistencia en ocultarle, siempre es más tozudo que el adulto que hemos llegado a ser, y se aparece de vez en cuando,