JUL43. EL TREN DE LA VIDA, de Maricarmen Brun Martín
El tren ralentizó su marcha con un chirriante sonido, al tiempo que lanzaba un escalofriante y agudo silbido. De repente, sin previo aviso, se apeó en aquella maldita estación.
Nunca nos lo habíamos planteado, pero a veces su alma de artista dibujaba vuelos de libertad, ni siquiera nos dio tiempo de despedirnos. Se llevó colmado de sentimientos y vivencias el equipaje de todo lo que había sido su vida.
El tren, inexorable y veloz, prosiguió su recorrido llevándome consigo.
Intento rehacer mi vida, pero cada día añoro su presencia e intento atrapar nuestros días para que no se disuelvan en el transcurso del tiempo.
El viaje me enseñó que es posible seguir adelante: evocando los instantes felices y manteniendo vivo el recuerdo de nuestro amor.
Hola, Maricarmen. Hemos coincidido en el tema del tren para nuestro viaje de este mes, y la idea final de que la chica siga adelante sola. Cada una le damos nuestro toque personal.
Un abrazo.
El tren es un símbolo perfecto para hablar del viaje al desamor, has hecho bien en escogerlo Maricarmen, y en deostrar que siempre se pueden sacar fuerzas para seguir.
Un saludo
Paloma Hidalgo
Paloma gracias por tu comentario.Las estaciones y los trenes siempre me provocan mucha tristeza.
Saludos
susana: la chica de tu relato Sofía podría ser muy bien quien se apeó en mi relato.
Me ha asombrado la coincidencia.
Saludos
Maricarmen, muy bien escrito y en lo de las coincidencias, es que yo creo en un subconsciente colectivo muy parecido en según que cosas.
Un beso.
en el tren de la vida tenemos el recurso de mirar por las ventanillas para escaparnos del tedio cotidiano…
este espacio es en cierta manera mi ventanilla preferida…
Es triste, pero bonito. Casi puedes sentir el abandono y esa forma de aferrarse a un amor ausente.
Saludos
Ines:el poder expresar los sentimientos aunque sea de una forma simbólica es un alivio para el alma.Este relato es triste porque la persona que se apeó en aquella estación es que falleció de repente, aunque como hemos visto cada cual puede interpretarlo a su manera.
Gracias por haber sentido lo que quise transmitir
Teneís muchisima razón.Desde que sigo este blog está cambiando mi forma de escribir y de plantearme los relatos y es que aquí escribe gente muy buena.
Como tu bien dices Kistila es una gran ventana abierta a otros mundos y a otras formas de verlo.
Me gustó la idea de tu relato, Maricarmen. Tenemos que guardar en nuestros almas los instantes de felicidad, que son regalos de la vida, agradecer a los que nos ofrecieron estas vivencias y dejarles ir en su camino, sin rencor. El tren de nuestra vida tiene muchas estaciones, en que nos esperan otros encuentros y – ¿poqué no? – otros amores.
Un abrazo.
Gracias Nicoleta: es muy bonito y esperanzador todo lo que dices.
Sí, es cierto, los trenes evocan a la vida misma… subsconsciente colectivo¿?, sí, posiblemente todos estemos en una franja de edad parecida y hemos visto y leido las mismas historias, y tenemos, porque no decirlo, la misma sensibilidad y afición de leer y escribir, nos retroalimentamos… sí.
Que «no se disuelvan en el transcurso del tiempo». Que bonito y qué cierto que lo realemnte amado, será lejano, ya no será, pero nada lo disuelve. Besos de otra pasajera
Gracias María me encanta tu comentario