JUL48. LA PROFESIÓN DEL ABUELO, de Yolanda Nava
Cuando le preguntaban al abuelo qué había sido en la vida, una lucecita se encendía en sus apagados ojos y una sonrisa torcía los pliegues de la piel que rodeaban su boca: “viajero” -contestaba-, y su voz se convertía otra vez en un rugido; venciendo la languidez de su actual tono, comenzaba a narrarte su vida.
Empezaba su viaje con las vivencias de su niñez y adolescencia. Te hacía saborear las escasas golosinas que deleitó y oler la leña que ardía en la cocina económica, y saborear las patatas con carne que comía al menos tres veces por semana: “muchas patatas y poca carne” –repetía, muy serio.
Continuaba su viaje paseando por las pasiones de su juventud y ahí se quedaba: prendido del recuerdo de la abuela. Se olvidaba de que estabas a su lado y se emocionaba mirando un punto indefinido que estaba más allá de la pared que tenía enfrente: “el paisaje de su cuerpo, ha sido la parte más hermosa del viaje”. Gruesas lágrimas brotaban de sus ojos empapando los amarillentos algodones de sus recuerdos.
¡Qué emotivo es tu cuento!
Mucha suerte
Un beso
Paloma Hidalgo
Mi abuelito nos narraba historias de su vida con una sonrisa enorme y lágrimas a punto de caer, no se me olvida esa sonrisa triste.
Yo no conocí a mis abuelos, y mis padres eran muy pequeños cuando desaparecieron, así que no tengo más recuerdos que los que surgían de mi desbordante imaginación. Por eso este tipo de historias me inspiran tanta ternura… Un abuelo viajero, qué maravilla!!!!!
Un saludo
Emotivo, sentimental y cuajado de la experiencia y la memoria de nuestros mayores, esos a los que tanto queremos.
Buena aportación Yolanda, 🙂
Un beso.
esta frase tuya podría dar lugar a un tema de relato… seguro que se recibieran centenares de ellos…
» “el paisaje de su cuerpo, ha sido la parte más hermosa del viaje”.»
Los abuelos siempre dejan huella. Me gustan las historias que cuentan. ¿Por qué será que luego recordamos y contamos tantas cosas de nuestros abuelos?
(yo, hoy, he contado una).
Me gustan los recuerdos de algodón de tu abuelo.
Un beso, Yolanda.
El que pretendí que fuera el mensaje central del micro, era el recuerdo que más marcó al abuelo (de la ficción), en su paso por la vida, concentrado en la frase: «el paisaje de su cuerpo, ha sido la parte más hermosa del viaje», dedicado a su esposa fallecida.
Gracias a cuantos os habéis detenido a leerlo y comentarlo.
Yolanda, muy emotivo.
Suerte y un abrazo
Yolanda, muy emotivo.
Suerte y un abrazo
Precioso, Yolanda, la vida narrada de los abuelos son auténticos y verídicos viajes por nuestro pasado.
Que bonito ser viajero y detenerse en las personas amadas. Es muy tierno tu relato.
Mei, Malén y María, agradezco también vuestros comentarios.
Saludos.
Yolanda, desde luego la vida es un viaje. Hay que disfrutar de los lugares más bellos, amores, olores, sabores y recuerdos. Un beso.
Sí, sin duda es un viaje que a veces se complica, se hace demasiado largo o corto, nos emociona, nos amarga, nos apasiona…, pero que con todo, merece la pena.
Un abrazo, Mar.
Muy bello, Yolanda. Un abrazo.
Gracias Lucrecia.
Me gusta cómo hablas de los mayores en este relato.
Es muy tierno lo que has escrito, Yolanda.¡Suerte!.
Hay infancias que los abuelos no existieron porque fallecieron antes; otras, que la vida de ellos llena de trabajo y excasez de medios económicos, no les permitió apenas formación ni tampoco tiempo, ni ganas, para contar su vida a los nietos que tuvieran. Más que todo eran vidas humildes, siempre trabajando y poco tiempo para las miradas. Te decían que estudiaras para que fueras más que ellos, poco más… Sus penas y sus alegrías estaban condensadas y contenidas, no las expresaban por duras que fueran.
Vidas desposeídas de muchas cosas y con la sensación de llegar siempre tarde a todo. Una generación marcada primero por la guerra y después por los años de miseria que vivieron. No tuve abuelos que me contaran cuentos ni sus vidas.
Gracias Amparo y a ti anónimo amigo, por leer y comentar mi historia.