JUL52. EL PASADO NO PERDONA(Mudanzas), de Javier Palanca
Se sentó lentamente en la acera de la calle “El escribiente” juntó a unas cuantas cajas y muebles para luego quedarse mirando fijamente el vapor que exhalaba el asfalto.
-Simplemente pensé que le había dado un golpe de calor -comentaría más tarde el jefe de cuadrilla- porque el día estaba para freír sesos.
Jamás volvió a mirar a nadie a la cara, parecía que siempre encontraba mejores motivos que observar, y no volvió a hablar ni ha contestar a ninguna pregunta, aunque de vez en cuando, como única expresión, se llevaba el índice a los labios para demandar silencio.
No aparecieron familiares ni amigos, como si el presente fuera su única realidad explorable, y durante un tiempo se le alimentó como a un niño pequeño hasta que empezó a escupir los alimentos y la sonda gástrica se convirtió en otro enemigo inesperado.
Ahora yace atado a la cama para preservar su derecho a una vida, y de vez en cuando sigue pidiendo silencio mientras mira al techo en el que los demás no vemos mas que un basto estucado.
-Fue justo después –comentó un compañero- de que se escucharan unos gritos en la vivienda, algo así como: ¡Haz callar a ese puto niño!
Javier, el personaje toma más fuerza con ese final tan abierto, suerte y saludos
Gracias Cala, esa era la intención, me alegra lo compartas.
Saludos
Hola, Javier.
Se ve que no le gustaban los gritos.
A mí me parece que es genial tu micro.
¡Suerte!
Un abrazo.
Gracias, Towanda, por la apreciación.
A parte de los gritos lo que esos gritos dicen desde su pasado.
Abrazos
Terrible sus recuerdos. Por eso no desea hablar para no hacer presentes sus temores y vivencias. Gloria Arcos
No quiere nada, Gloria, por no querer ya ves que no quiere vivir con esos recuerdos.
Gracias y abrazos
Gracias Ana. A este hombre no lo ha perdonado.
saludos