JUL58. LA SOMBRA, de José Antonio Tejeda Cárdenas
Con ocho años decidió hablarme. De no ser por la trágica muerte de su padre, igual nunca me hubiese dirigido la palabra. Aquel salto al vacío, me convirtió en su confesor. Un día, entre sollozos, me corroboró la infidelidad de su madrastra. Hablar era lo suyo. En compañía del silencio nos sentíamos muy solos.
Hoy pudo haber sido su día feliz. La psicóloga prometió visitarnos. Cuando entre sus habituales balbuceos, afloró la noticia; no puede contener mi regocijo, y con derroche de maña tenebrista acicalé cuanto pude su patética figura. ¡Al fin una visita! La primera en muchos años.Venía a darle la enhorabuena por su cuarenta y cinco cumpleaños.
Pero todo salió mal. Para él… ellas, todas, no eran más que malas hembras. Fue alternando empujones con injurias hasta que la echó de casa. Yo también me llevé mi parte… Pero solo hasta que su corazón le dejó inerte. A punto estuve de sofocar con palabras de ánimo su incontrolable desatino; pero temía matarlo del susto ¿Acaso las sombras hablan? Ya da igual. Él nunca sabrá que aprendí a hablar.
No lo entiendo bien. Es la sombra de éL la que narra la historia? Un abrazo. Gloria Arcos
Hola, Gloria. Gracias. Sí, su sombra al final terminó hablando. 🙂 Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Ana. Un fuerte abrazo.
A mi me parece que es una persona atormentada por una infancia y una vida difícil e infeliz. Encuentro muy complicado crear personajes así, por ello te felicito.
Asunción B.
Muchas gracias, Asunción. Sí, realmente cuesta ponerse en la piel de este tipo de personajes. Dejan de huellas. Aunque también puede ser todo lo contrario, y son ellos la huella de nuestro estado de ánimo. ¿Quién sabe? Le preguntaré a mi sombra. 🙂 🙂 Abrazos.
Gracias, Ana. Me complace que te hayas percatado de cuanto quise expresar en este relato. Pretendí que al contrario del Bartleby original, mi personaje fuese mas suelto de palabra, que hablara hasta por los codos aunque le valiese de poco. Pienso que cuando haces de la soledad tu piel, tus fronteras, tu contorno ya da igual la palabra o el silencio. Solo te queda la indiscutible fidelidad de tu sombra. Ana, muchas gracias. Ha sido realmente un placer compartir contigo. Besos
José, mira que ya lo anuncias en el título, pero no lo memoricé, así que leí todo tu relato perdiéndome más en la oscuridad. Menos mal a la segunda lectura obligada. Aplaudo tu imaginación.
Gracias, Ximens. Es que estos asuntos de sombras son un poco oscuros. 🙂 🙂 Y encima para acabar de despistar se me escapó un «puede» en lugar de «pude». 🙂 Abrazos.