JUL71. EL ÚLTIMO DÍA, de Òscar Pareja Bañón
Cierro el taller y, pensativo, me dirijo a casa. Es mi último día y la tristeza envuelve mi mirada. Recuerdo cuando pasaba horas y horas en él. Ahora sólo me restará ver el paso del tiempo y cómo crecen mis hijos. Mi padre me enseñó este oficio, carpintero, y he intentado lo propio con los míos, pero me ha sido imposible. Ya no habrán más en la familia. Mis hijos nacieron de mis entrañas y no de mis manos, como siempre me contaba su abuelo. \»Sólo te falta un corazón…\» decía. Y ese corazón, lo conseguí, tras un largo y extraño viaje. En aquel periplo en el que conocí el interior de una ballena, la diversión del país de los juguetes o el trabajo esclavo de un circo ambulante, aprendí la falta de honestidad del hombre, incluida la de mi propio padre. Pero sin él, no estaría pensando ésto, ni tendría dos preciosos hijos que miran con admiración a su progenitor, cuando les cuento las aventuras y desventuras de Gepetto, su abuelo.
Sin aquel viaje, yo seguiría siendo una marioneta más y no un hombre que regresa a su hogar, después de haber cerrado, definitivamente, el negocio familiar.
Muy bonito el juego que estableces entre hijos-padres, corazón-marioneta, felicidades.
Saludos
Paloma Hidalgo
Gracias por tus palabras Paloma.
Querido Pinocho, tu corazón de madera llora amargas gotas de resina, lo lamento…
Vaya Óscar, viaje de fantasía del niño-muñeco al adulto de vuelta de todo, qué duro es ser humano verdad?. Es original, un viaje que transforma a lo deseado, que resulta no ser tan fantástico… la vida misma.
Gracias María por tus palabras. La verdad es que la vida siempre te sorprende, ya sea para bien o para mal. Tus palabras me han encantado.