JUL88. ¡AY, EL AMOR!, de Carmen Aguado
Preferiría no hacerlo, pero al final lo hice, me arrepentí en el mismo momento que la sangre empapaba mis manos, abriendo hueco a la desdicha, haciéndose notar en cada poro. Ahí estaba el charco que el amor había dejado, ya sólo quedaba la huella del recuerdo de lo que un día fue ese sentimiento tan perverso que penetraba en mí doliendo, sin ningún derecho a hacerlo, sé que él preferiría no haberme herido, pero también lo ha hecho. Adiós amor, ya nunca más me volverás a doler.
Una pasión así solo puede desembocar en dolor, y contra el dolor hay remedios, no tan drásticos. Aunque creo que eso, más que amor, era una obsesión mórbida.
Un saludo
Juan M
Muchas gracias por los comentarios!
Juan Manuel, creo que tienes razón, es el final de una obsesión no como una historia concreta, sino como el amor en general, como sentimiento. Suena drástico al volverlo a leer, sí.
Ana U., me ha encantado tu frase «el cuerpo expresa los males del alma siempre y de mil formas» Muchas gracias por la suerte y gracias por tu comentario 🙂
Un saludo!!