JUN103. EL SECRETO, de Raúl Ariza
Se mira. Luego se levanta con delicadeza sus grandes pechos, de madre vieja y amante joven, y reafirma indulgente sus carnes caídas. A sus setenta se vuelve a sentir guapa. Lo sabe ella y también su espejo.
Por la tarde la casa se espesa entre las penumbras tempranas. Una luz cómplice se filtra por las persianas mediadas, confiriéndole a la escena un tono que invita a lo prohibido. Está sola. Como siempre, después de la siesta su marido juega su partida en lo de los jubilados. Luego visitará a los nietos y seguro no llegará hasta la cena. Tiene tiempo.
Se les ve bien, de hecho, hasta su hija les felicitó el domingo pasado por lo felices que parecen. Y es que como ella ahora sonríe, él se apunta el mérito y la busca renovando con rancios sudores roces de otros tiempos, creyendo que así lo tiene todo gobernado. Ella, disimulando, no puede evitar dejarse encontrar de vez en cuando.
Se mira. Mientras espera la señal convenida para bajar a encontrarse con su amante, juega a probarse ropa con la compulsiva efervescencia de una adolescente llena de prisas, nervios y risas. El otro día se sorprendió masturbándose en la bañera.
No hay edad para amarse más a uno mismo. Y cuanta complicidad es capaz de darnos un espejo, a veces el único testigo. Y contado a tu manera, impecable como siempre Raúl. Un abrazo.
Un micro con esperanza y muy positivo. Me ha gustado mucho, Raúl.
Me imagino cuál podría ser la señal convenida que, para eso, has dejado a la imaginación del lector.
Suerte.
Un saludo.
Qué difícil es escribir sobre el amor en la tercer edad, siempre se corre el riesgo de ser postizo, o sensiblero, pero poco cercano a la realidad, como si nuestros mayores no se excitaran, sufrieran de amor o no follaran.
Me ha gustado mucho.
Esta señora está a todo, pero me parece a mí que ni el amante ni el esposo la satisfacen. Yo creo que lo que cuenta este micro es el descubrimiento de su propio cuerpo. Nunca es tarde.
Un abrazo.
Susana, pues yo pienso que lo de masturbarse no es óbice para que esté muy a gustito con su amante, a juzgar por esas risas, prisas y nervios de adolescente, que magistralmente nos ha contado Raul en este secreto picantón
Así lo he visto yo, claro.
Un abrazo
No, Rosy, ni yo, pero con tanto trajín no da tiempo.
Un abrazo.