JUN108. MI ESPEJITO MÁGICO, de Marga González Acinas
Hay quien hereda una mansión en la Toscaza. Yo no, mi familia es de otra categoría y me legó, por todo patrimonio, un espejo de mano.
Me hubiera encantado que fuera mágico y adivinador, pero por más que le pregunté: ¿espejito, espejito, quien es la más guapa de la clase? ¿qué caerá en la selectividad? ¿me echará los tejos Jorge?, el muy taimado, siempre contestó con un silencio cobarde.
Pero el tiempo nos ha reconciliado y ha terminado convirtiéndolo en un compañero de viaje.
¡Imagínense! la misma superficie que vio como me colocaba un rizo rebelde el día de mi boda, me ha visto peinar canas. Me ha reflejado llorando de risa y de rabia y de pena y seguramente contemplará mi imagen el día que tire la toalla.
Hubiera preferido un soplo sobre los números premiados de la lotería, pero reconocerán conmigo, que obligarme a mirar de frente los cambios que en mí se van produciendo, también tiene su mérito.
Y luego habrá quien diga que eso no es magia.
Donde digo dije digo diego, es decir, donde pone Toscaza, quise poner Toscana.
marga
Podías poner toscaza e incluso mostaza, pero este relato tiene todos los ingredientes por si mismo, sin aderezos de clase alguna. Merito y magia, bien combinados y muy bien avenidos. Una preciosidad.
Marga, tu relato nos esconde una enseñanza que me gusta, y sobre la cual has construido el cuento: «mirar de frente los cambios», buena recomendación, aunque en el interior creamos que seguimos siendo como antes.