JUN152. NO TODAS LAS PISTOLAS SON DE JOHN WAYNE, de Carlos Díaz González
El espejo se convirtió en una pistola para mí. Mi tristeza cargaba sus balas y mis primeras lágrimas afinaban su puntería. El resto era pan comido.
Quise convertir al espejo en un charco de cristales. Lo conseguí. Pero ahora la realidad es otra pistola; las heridas de mi puño cargan otras balas; la soledad de no tener nada que me mire afina la puntería…y que yo lo cuente aquí, en mitad de la quinta copa, me dispara en el centro de la esperanza.
Tranquilos, muchachos: ella no sangra.
Y yo me largo de este cuento, que noto que le está saliendo culata entre las dos primeras líneas y olor a pólvora tras los puntos suspensivos…
Carlos, imagenes potentes y ritmicas, hasta ese final abierto. Suerte y saludos
Buen relato donde lo síquico se convierte en físico, lo físico en síquico
y con brillantes aunque fragmentadas metáforas tejes una historia de desencanto y tristeza, que acaba antes de que el cuento salte por los aires, despanzurrado por un punto final.
Felicidades por lo inteligente, literario y certero.
Suerte, que la tendrás.
p.d. Durante un momento ,despiste mío, pensaba en una copa de premio, hasta que me dí cuenta de que era un trago, influencias del deporte, ya ves.
🙂
p.d. Me encanta el título.
Te ha quedado un relato redondo, felicidades Carlos.
Gracias a todos.
Un saludo.
Como dice Antonia, has escrito un relato combinando verbos e imágenes que no suelen aparecer juntos en un mismo plano real/psíquico. Me gustan estos experimentos.
Un abrazo.
Me encanta el título. Buen relato.
Original micro! Suerte, Carlos.