JUN160. BORRANDO HUELLAS, de Amparo Hoyos Sanchis
Observó su rostro en el espejo. Con un algodón humedecido comenzó a retirar el maquillaje. Esta vez él no se había esmerado como en anteriores ocasiones y una mancha color púrpura decoraba su pómulo derecho. Se desabrochó el vestido cuidadosamente, las huellas de sus pesadas botas estaban impresas en la piel que cubría sus doloridas costillas y su espalda, en sus muslos…
En su afán por ser una buena esposa, le dijo que se relajara tomando un baño y que ella entraría a darle un masaje y así lo hizo. Provista de guantes a tal fin y aceites esenciales, se inclinó junto a él no sin antes tomar la precaución de rozar con el codo el pequeño reproductor de música que cayó a la bañera. Su cuerpo dio una sacudida y la música dejó de sonar.
Sonriendo esta vez, volvió a contemplar su rostro en el espejo…
Un relato de venganza, Amparo, con muy buen título. No deberían ocurrir estas cosas, ni la causa ni el desenlace.
Un abrazo.
Gracias, Susana! Otro abrazo.
Ese (aparentemente casual) roce, cierra una historia que nunca debió abrirse.
Suerte. Un abrazo.
Cierto, estas historias no deberían repetirse. Gracias Yolanda!