JUN19. LA MIRADA DE SUS MUÑECOS, de Carlos A. Torres Gómez
No podían creer lo que tenían ante sus ojos: el ángel negro había sesgado el alma de aquella niña. En el rincón de lo onírico, los juegos habían perdido su esencia; las canciones se habían tornado mudas. Se preguntaban quién balancearía ahora aquella batuta responsable de convertir sus fantasías en realidad. Poco a poco lo inerte se fue adueñando de la habitación hasta hacer de ella un mundo asolado por la oscuridad; sin embargo, olvidaron lo que la niña tantas veces les había enseñado: «siempre seréis testigos de mis caminos». Suspiros de luz agitaron las cortinas del juego entre vientos de dolor. El cuerpo había desaparecido, pero su alma permanecería para siempre en el centro de aquella habitación.
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No es nada fácil describir sentimientos, lo logras.
Muchas gracias, Inma. Supongo que se debe a que en lugar de un lápiz o similar utilizo el corazón como medio de escritura.
Y yo supongo que el ángel negro utiliza una guadaña para SEGAR, más que ‘sesgar’, almas,lo cual no dejaría de tener cierto sentido poético, pero sospecho que no era el caso. Mucho corazón y muy sentido
Una forma muy particular de tratar el tema mágico de los juegos en la edad infantil y una forma original de dar a entender que la niña ha muerto y mira a través de los ojos de los muñecos.
El anterior relato fue más poético y hablaba más de sentimientos. Este para mi, es más que todo, imaginativo.
¡Felicidades!
En el terreno de la imaginación todo es posible. Muchas gracias por tu valoración.
Escalofriante por el argumento, por la forma muy triste pero muy sentido. Suerte.
Tienes toda la razón. Escalofríos y tristeza sacados de lo más profundo de una pluma. Gracias.
El paso de la niñez a la madurez, una de tantas muertes que pasan a lo largo de la vida, pero como bien dices «el alma permanece para siempre». Enhorabuena.
El alma es lo único que siempre perdurará entre esas cuatro paredes, cual niño en el País de Nunca Jamás. Muchas gracias.
Me da mucha pena, sobre todo por los padres, ver los peluches de la niña que con el tiempo van cubriéndose de polvo, pero no de olvido. No profundizo más.
Un saludo.
Aunque no hago referencia a la figura de los padres, es comprensible ese sentimiento de pena; de todas formas, recuerda que el alma de la niña siempre estará en el interior de esa habitación jugando con sus muñecos. Un saludo.