JUN74-1000. EL LIBRO, de Calamanda Nevado
A mi amiga Margarita le encanta leer, prestar, comprar, hablar, o pedir… libros. Es su hobby. Los quiere tanto que, desea vivir rodeada de ellos, y no le importa comprarlos; aunque su poder adquisitivo, no es alto. A menudo nos dice, en confianza: “no me importa tener la casa llena de libros. Es estupendo poseerlos, verlos, y releerlos”. A mí cuando me ha prestado libros, igual que a muchísima gente, me ha dicho, “tranquila, léelo cuando puedas”, ya lo devolverás.
Recuerdo particularmente uno que, no le devolví.
Una mañana, hace unos años, camino de casa, la encontré. Ese día, ella deseaba recuperar su libro. -No lo tengo margarita, seguro, seguro.- Insistió durante largo rato, “si, lo tienes”. Dicho desde el cariño, no ofendía. El libro en cuestión había andado durante un largo periplo de tiempo, por numerosas manos. Ella y yo lo sabíamos, y esto nos desconcertaba. Era idea la que yo acuñé, cuando defendí mi posición, y convicción.
Semanas después, limpiando mi librería, casualmente, encontré el libro. Me embarga desde entonces, una mezcla de pena y vergüenza hacia ella. Me faltó valor, y no se lo he devuelto. Tampoco le he pedido prestado, ninguno más. Seguimos queriéndonos mucho.
Calamanda, bonita historia.
A mi me hubiera gustado que me devolvieran muchos libros, como: «Lo siento»/ «Gracias»/ «Tranquila, lo hiciste bien»/»Te quiero, a pesar de tus inseguridades»/»No te engañaré y si lo hice alguna vez, perdóname»/.
Un beso para ti.
¡me ha gustado tu punto de vista! Un beso; devuelto como un libro. Y las gracias.
Gracias por «tu libro». ¡Suerte!.