JUN88. RECUERDOS, de Pilar Montes Conde
En sus labios afloró una sonrisa cuando escuchó a su hija decirle a su nieto adolescente: «No hay quien te entienda;cambias como el viento».
Era una sonrisa suave, dulce, nostálgica…Evocando un tiempo lejano, recordó aquel día que oyó a su padre decir que el viento había cambiado.
Le sonó raro, no le entendió;lo único que sabía entonces del viento era que cuando hacía mucho frío se llamaba Norte y cuando había olas en la bahía,Sur. Es verdad que a veces asustaba con su sonido, que parecía lobos aullando, pero cuando eso pasaba, su madre cerraba bien las contraventanas, como ocurrió aquella noche.
Después todo fue más confuso. Recuerda que no fue a la escuela, la cara de miedo de sus padres y vecinos hablando de un gran fuego que decían, arrasaba la ciudad, y se ve subiendo de la mano de su madre la cuesta de la Atalaya, para ir a casa del tío Angel.
Más tarde, escuchó que habían volado su barrio para hacer un cortafuego. Pero eso eran cosas de mayores. Él siempre creyó que se había ido con el viento cuando cambió.
Rememoras el incendio de Santander ¿no? mi abuela lo vivió, pero nunca la conocí así que no pudo contármelo. Muy chula esta historia.