14. JUSTICIA (Isidro Moreno)
JUSTICIA
No pudo evitar que las lágrimas inundaran sus ojos mientras desde lo alto del pódium, con la medalla de oro en su pecho, escuchaba el himno de su país.
Mantenía su mano en el corazón y su mente desgranaba recuerdos de un niño descalzo, corriendo cada día una decena de kilómetros hasta la escuela y otros tantos de vuelta hasta su humilde poblado en Kenia, donde sus nueve hermanos y sus amigos, le apodaban Neftenga.
En Europa Neftenga es traducido por “Crack” y como tal, le acogieron y ayudaron en su carrera de atleta, aunque él se negara a perder la nacionalidad keniana.
Lágrimas de orgullo por la proeza deportiva, de nostalgia por su lejana África, de arrepentimiento por conducta errónea y lágrimas de pena, pues a pesar de su exitosa carrera, no podría asistir a los próximos Juegos Olímpicos.
Un hurto de apenas doscientos euros para comer y su condición de inmigrante en el viejo continente, ahora, tres años después, le enviaban a prisión para cumplir condena que le impediría alcanzar su sueño de competir en Olimpiada,
Dicen que una ONG intenta obtener los apoyos necesarios para restituir el sentido común y conmutarle la pena. Dicen.
IsidroMoreno
Triste panorama. Alguien maltratado desde la cuna que logra triunfar más allá de su miseria impuesta, pero a quien se le niega la posibilidad de rentabilizar su mérito y esfuerzo. Luego dicen que «Dios aprieta pero no ahoga», según para quien, habría que añadir. La Justicia merecería ese calificativo si realmente pusiera las cosas en su sitio, pero en ocasiones más parece que las desbarata al aplicar diferentes varas de medir. Me temo que esta situación podría ser perfectamente posible en este mundo loco e insolidario en el que vivimos.
Te mando un abrazo grande, amigo Isidro. Suerte
Convencido de que existen más varas de medir que individuos sobre la tierra. La justicia, ese mundo tan abstracto, incomprendido y que cuando se reclama, lo único que se reclama es imponer la propia razón, o particular verdad. Pero verdades también hay tantas como individuos. Tú lo has dicho, estamos en un mundo loco e insolidario.
Un gran abrazaco, amigo Ángel y gracias mil por tu comentario
Un nuevo Gebrselassie que ve cortada su carrera por su error en la comisión de un delito, seguramente obligado al apreciar que sus capacidades no eran reconocidas por su condición de desarraigado y a pesar de su valía. Un saludo y suerte, Isidro.
Sí, supongo que la vida está continuamente avasallada por miles de circunstancias que que impulsan, cortan, empujan o ayudan a que sea un camino u otro el determinado para cada cual.
Muchas gracias Jesús por tu comentario.
Saludos.
Yo me pregunto, ¿por qué no se le dan plenas oportunidades a aquellos que han luchado, y luchan, por abandonar la miseria, a través de un trabajo digno o, como en este caso, una vida sacrificada de deportista de élite? Esta historia que relatas es muy posible, ciertamente, y vergüenza debería dar a aquellos que quieren ejercer un tipo de justicia, que no es tal. Mi enhorabuena, Isidro, por tu gran relato.
Un fuerte abrazo.
María José
Personalmente no creo en la justicia (con minúsculas) pues al fin y al cabo está diseñada, ejercida y aplicada por el Hombre (con mayúsculas) y éste es imperfecto, luego, su producto es normal que sea imperfecto.
De la Justicia con mayúsculas… eso son palabras mayores.
Muchas gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
isidro, que bien ha quedado esta denuncia en tu atinado relato. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda.
Un abrazo.
Has puesto el dedo en la llaga sobre esa justicia corta de miras, encorsetada en unas leyes rígidas e inamovibles. La ley tiene que tener una visión panorámica de los hechos y de las personas, de su pasado , presente y futuro. Muy buen relato, Isidro. Abrazos y mucha suerte.
Has puesto tú el dedo en la llaga, pues uno de los problemas de la justicia es el encorsetamiento en en los textos que marcan y dirigen la ley. Por eso al final del relato incluyo la frase de «Dicen que una ONG… para restituir el sentido común…» ¡Tiene narices que tenga que ser una organización No gubernamental, la que tenga que insuflar el sentido común al poder judicial!
Esto ocurre en la realidad aunque mi historia, no deje de ser una historia con minúscula.
Muchas gracias Salvador por leerme y comentar.
Un fuerte abrazo.
A los más débiles los errores les cuestan bien caros, y solo con mucha suerte reciben una segunda oportunidad. Me ha encantado tu historia sencilla, Isidro, pero narrada con grandeza y con una puerta abierta a la esperanza. Dicen. Un abrazo, guapetón.
Tú si que eres guapa!
Gracias flor por leerme y comentar.
Un besazo amiga Belén.
Buen relato con un corolario de los que dan ganas de gritar cada día cuando te pones a ver las noticias y empiezas a escuchar injusticias. Mucha suerte !!
Es cierto que esta historia está hecha de cientos de historias diarias.
Lo malo es que es inherente a la sociedad, o eso creo a tenor de la historia. La lucha ha de ser por minimizar y que esas injusticias quedasen en noticias anecdóticas.
Gracias Juan Antonio
Un abrazo y a tu hijo también.
Los errores no todos los pagan por igual y lo mismo que el dinero llama al dinero, de miseria son las puertas de la miseria. Eficaz, descriptivo y bien narrado relato, lleno de humanidad y cierta ironía.
Enhorabuena Isidro.
Un abrazo.
De acuerdo completamente contigo. «Todos somos iguales pero unos más que otros»
Muchas gracias Antonio.
Un abrazo.
Una triste realidad, un justicia sin miras.
La miseria de la necesidad más básica es una condena en vida y una pena por la que has sufrir.
Un fantastico relato narrado con una sencillez que agrada su lectura. Con un toque de denuncia y el saber de un sentido común genial en tus letras
Un beso grande Isidro.
Un gusto leerte siempre.
Muchas gracias por leer y comentar amiga Mª Belén
Un fuerte abrazo.
Buena historia, Isidro, y mejor denuncia.
Un saludo y suerte.
Muchas gracias Margarita por pasarte por aquí y comentar.
Besos.
Hola, Isidro.
Uf, menuda historia.
A veces, la justicia es tal y más injusta para los que menos tienen.
Un abrazo y suerte.
Osea, quería decir que la justicia no es tal… Disculpa, que voy como una motocicleta sin frenos.
Abrazos.
Lo que decía G. Orwel en su Rebelión en la Granja: Todos somos iguales ante la ley, pero unos más que otros.
Muchas gracias por leer y comentar, Towanda.
Un abrazo.
Cuento en el que todo queda clarito, sin exigir al lector retorcerse la cabeza. Creíble, pues así es la ley, que llega a destiempo, para los pobres. En fin, suerte.
Gracias por tu apreciación en cuanto a lo «clarito». Reconozco que es obsesivo por mi parte lo de dejar entendible y claro a primera lectura. Quizás sea deformación profesional. Por otra parte, admiro a los escritores de estilo ágil que narran con elegancia y sencillez solo aparente, pues creo que no es fácil.
Muchas gracias Javier por tu comentario. Un abrazo.
Retrato de una dura realidad.
Una Europa que acoge y ayuda en su carrera de atleta, pero que por otro lado no tiene una buena justicia, con leyes que condenan por poco dinero para comer y dejan libres a los que se llevan millones.
Y ahí están las ONG, haciendo lo que pueden.
Buena historia.
Un abrazo.
Carme.