98. Katina (Toribios)
Katina lo recordaría toda su vida con aquel impoluto terno azul marino. Había vuelto hacía poco a la ciudad de su infancia, tras veinte años, un hijo y un matrimonio fracasado. A veces los pies piensan por nosotros, así que la habían llevado al paseo aquel del primer beso, tras los setos que bordeaban el parque. Y lo vio. Más que a él a su traje azul, que lucía sonriendo, como si llevase todo este tiempo esperándola. Recordó de golpe aquella tarde, a sus diecisiete, en el oscuro palco del Teatro Principal, viendo « La mujer indomable ». De ahí, de Liz Taylor haciendo de Catalina, le venía el nombre. Para él sería siempre ya Katina. Y ahora, después de tanto tiempo, lo tenía delante con el mismo traje aquel de los domingos. Durante el instante que él la sonrió pasaron por su mente las imágenes de un futuro feliz a su lado. Risas, recuerdos, días de sol, los amigos de entonces. Luego, se encendieron las luces y se impuso la realidad, dio media vuelta y le dejó atrás con su jersey astroso y su litrona.