15. «Kryptonieta»
Aferrado a su bastón, se aproxima torpemente a la verja. Nadie diría que acaba de dejar empaquetado al enésimo asesino en la puerta de comisaría, o que mientras se tomaba el Sintrom sostenía con la otra mano el puente de la autopista, o que anoche desencajó aquel superpetrolero encallado en la Antártida. Ahora más bien parece súper-canoso, o súper-achacoso. Sin embargo, una mueca se intuye entre sus arrugas al escuchar la sirena. Mueca que culmina en luminosa sonrisa cuando la maestra deja que vuele desde la fila hasta sus brazos ese meteorito que, como cada tarde, hoy también succionará todos sus poderes.
Me imagino a Kriptonieta con dos coletas, unos mofletillos rojos y una sonrisa imperdonable de cautivadora. Creas dos personajes, emotivos y veraces, y un lazo entre ellos, que hace vibrar de tensión narrativa el texto.
Saludos, Alberto.
Gracias, Manuel. Lo cierto es que la labor de súper-abuelos y súoer-abuelas no está pagada. Saludos.
Quien más que ella para vencer a ese superabuelo.
Excelente tocayo.
Un abrazo y suerte.
Alberto, qué bonito! Me ha gustado mucho.
Abrazos
Alberto, tierna historia de una realidad y época que lleva su sello. bien contado. Suerte y saludos
Historia entrañable y preciosa. El tiempo no pasa en balde ni para los Súper.
Enhorabuena Alberto. Muy buena propuesta.
Saludos,
Ton.
Alberto, Inés, Calamanda y Ton, muchas gracias. Creo que a veces no vemos los súper-poderes de los que tenemos más cerca. Abrazos
Los nietos y nietas tienen super poderes que hacen que los abuelos se conviertan en super.
Un abrazo
Me ha costado la parte final, desde el sonar de sirena que achaqué a la policía y no al salir de clase. Hasta que caí en lo de la nieta me estaba perdiendo. Simpático relato de superman y su nieta. Escribes e imaginas bien, paisano.
Hola, Alberto.
Es tierno tu súper héroe que, a pesar de tener esos poderes maravillosos, es capaz de derretirse cuando las obligaciones escolares le devuelven a su muñequilla. Y quién no lo sería…
Mucha suerte.
Un abrazo.