54. LA ALQUIMIA DE LOS SANTOS
Despierta la mañana y los primeros rayos de sol calientan la isla de Lupe. La mujer se mueve con soltura alrededor de ese espacio revestido de blanco y, antes que el amanecer se colara por las ventanas, ya había encendido el fuego y rezado a sus santos.
Ha enseñado a sus hijas que el pan cuece en su punto cuando Santa Isabel roza la masa; que la carne más sabrosa requiere una invocación a San Lorenzo y que a San Morand no deben faltarle las uvas.
Todas saben del fervor de su madre por las figuras que presiden los fogones. Tan solo Amalia, joven y alocada, le gasta alguna broma escondiendo a San Pascual entre las cazuelas; pero Lupe parece tener un don para encontrarlo: unas palabras murmuradas hacia dentro y el santo aparece.
El viejo reloj da las doce y las chicas cruzan el umbral de la cocina. Una a una se colocan en torno a esa isla blanca que preside la estancia. Junto a Lupe una silla vacía. Ella asegura que los susurros a los santos elevan el aroma de sus guisos hasta el mundo espiritual. Sus hijas no dudan que su difunto padre come junto a ellas.
Tomaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!
Al final vais a conseguir que me guste el realismo mágico de las narices!!
Desde luego, merece mucho la pena leer relatos como éste.
Inés, no se si ponerme a rezar!!
Abrazo.
Gracias, Aurora. Igual si te pones a rezar te sorprendes.
Muchos besos.
Inés Z., tu bien contada, realidad o ficcion, de los que se fueron y que no terminan nunca de dejarnos; porque su presencia, sobre todo en la mesa, se siente. Suerte y saludos
Sí, yo también creo que su presencia se siente. Siempre hay algún momento en la vida, bueno o malo, en el que sientes que algo o alguien te acompaña.
Un beso enorme, Calamanda.
Inés, una isla de espiritualidad y creencias que inunda todo el relato. Muy bueno. Abrazos.
Hola, Salvador. A mí, personalmente, la espiritualidad me parece mágica.
Abrazos.
Gastronomía condimentada con la magia del espíritu, el resultado ha de ser, a la fuerza, divino, tan bueno como este relato.
Un saludo y suerte.
Gracias, Ángel, todo lo que se hace desde el espíritu debe destilar divinidad.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Ana, me gusta que te guste.
Abrazo luminoso.
Buen relato de gastronomía santificada, que trae al padre muerto a la isla de Lupe.
Felicidades.
Gastronomía santificada, me gusta tu definición. Gracias, María.
Abrazos.
Muy bonito. Saludos y suerte.
Gracias, María José. Saludos y abrazos para ti también.
Juan, siempre sorprendente y caballeroso en tus comentarios. Me agrada que recuerdes a mi unicornio: animal de poder de una mujer mágica. Y ratifico tus palabras(y las que no son tuyas)hay mucho más de lo que podemos ver, mucho más de lo que podemos entender.
Un abrazo, Juan Pérez.
Casi que te deseo suerte al principio y no al final del comentario, porque dejo para el final darte las gracias por este relato, que me ha encantado. Un abrazo 🙂
Gracias a ti, José Antonio. Me hace mucha ilusión que te guste.
Un abrazo.
Perdón, Juan Antonio 😉
Me gusta cómo ha llevado esta historia alrededor de todas esas mujeres que comen junto a su padre muerto. Muy buena propuesta para el tema de este mes, suerte Ines Z.
Saludos.
Gracias, Beto, este mes no tenía muy claro lo que iba a mandar; pero bueno, al final siempre surge algo. Me alegra que te guste.
Un saludo.
Hola, Inés, un relato que se va a tener en cuenta en las selecciones por muchas cosas la originalidad, la buena traza y por ese fina que sorprende y que nos deja con ganas de más. Mucha suerte, Inés.
Gracias, Lorenzo. Ya te contaré si tus previsiones son ciertas 😉
Un beso.
Estoy segura que el «aroma de sus guisos» es el sendero por donde diariamente, regresa el padre a la mesa. Enhorabuena. Qué relato más tierno y encantador. Muchas felicidades Ines!
Gracias, María. Yo también creo que ese aroma es un sendero muy atrayente.
Un abrazo.
Me ha encantado tu relato.Es original en el tema y está muy bien escrito y descrito. Te felicito
Muchas gracias, Montse. A mí me ha encantado tu comentario, me has alegrado la mañana 😉
Besos.
Bonitas enseñanzas las que dedica esa madre a sus hijas para mantener presente al padre. Me ha parecido una historia original y muy bien contada.
Suerte y saludos, Inés.
Hola, Rafa. Te agradezco tu paseo por mi particular isla espiritual.
Un abrazo.