14. La bici del Ignacio
Si tú piensas mucho en una cosa, al final pasa. Yo imaginaba una bici como la del Ignacio de la calle nueva. Lo pensaba millones de veces al día. O más. Al levantarme, antes de comer, durante los anuncios de la tele. Y me dormía también con la bicicleta en el cerebro. Él me prestaba la suya algunas tardes, pero sin salirme de su calle. Lo hizo hasta que se fue al cielo y se la dejó.
Me lo contaron cuando su madre vino a casa. El Ignacio se había caído de la azotea, queriendo alcanzar un panal. Pero al cielo no llegó del rebote, como yo vi clarísimo; mamá me lo aclaró de una bofetada, allí delante. De los nervios. Traía la bicicleta para regalármela. Y a mí me pasó algo muy raro, me alegré con pena. Lloré y me preguntaron si no estaba contento, y respondí que sí. Pero si me hubieran preguntado si estaba triste, les habría dicho lo mismo. No sé si me explico. Ahora tengo bici, pero casi no la uso. Y es que si tú deseas algo mucho, mucho, cuando lo tienes ya no lo quieres igual, igual. Y al revés pasa lo mismo.
Acabas de dar en el clavo. Nos resulta imposible valorar, disfrutar, eso que acabamos de conseguir. Somos miembros de una especie de por vida insatisfecha.
Me gustó tu relato.
Ton.
El que espera, desespera ¿verdad Miguel Ångel?lo que decía yo en el micro. Me ha gustado esa parte en la que hubiese dicho sí a estar triste o a estar contento. Suerte y buenas noches.
No sé por qué algo me dice que ese accidente estaba siendo deseado. Me gusta el toque que tienes para darle gracia y verosimilitud a los narradores que usas. Suerte, máquina.
Miguel, al tenerla dejó de ser deseo. Además el amigo ya no está fue un factor preponderante…
Excelente relato.
Un abrazo y suerte.
me recuerda a Alberti y aquel fandango cantado por morente: «Deseando una cosa, parece un mundo, luego que se consigue, tan solo es humo»
Tan solo es humo madre tan solo es humo
Deseando una cosa parece un mundo.
Abrazos máquina
Vaya comparación, Alberti. Y Morente. Pos que me voy a poner a buscar el fandango!!
Gracias, Manuel
Los deseos deben ser eso..deseos. Y con ellos sueñas, disfrutas, los paladeas en tu imaginación. Cuando se cumplen muchas veces no son como lo soñaste o vienen acompañado de algo que logra que no lo aproveches o goces.
Un relato con sentimientos difíciles de expresar por parte de tu protagonista. Me gusta esa imagen inocente de pensar que de rebote iría al cielo.
Contigo siempre se disfruta de la lectura. De hecho voy a volver a leerlo.
un abrazo MiguelÁngel suerte.
Cuando los deseos se cumplen, dejan de serlo. Lo que no desamos, no lo queremos. Y si además por el camino, perdemos lo que ya teníamos…
Precioso relato. Cierto es que cuando consigues algo que deseas, deja de ser deseo y pasas a desear otra cosa.
Qué bien se te da describir el mundo infantil y esas emociones contradictorias que sentimos a veces. Grande M.A.F.
Quizá es porque nunca dejamos de ser niños en el fondo, por eso continuamos siendo contradictorios y uno a veces no sabe si meter criada o ponerse a servir.
Gracias, Paloma guapa.
Miguelángel, bonito y bien contado tu cuento. Trasmite la inocencia de los pocos años. Suerte y saludos
Un relato bien escrito y lleno de emociones. pobre, el Ignacio. Me gustan esas frases cortas, le dan agilidad y ritmo.
Feliz verano.
Leyendo tu relato observó un matiz importante que se confirma con la reacción y explicación del niño protagonista. Un niño majo, NO desea la bici del amigo, sino una como la del amigo, ese es el matiz que pone el autor, creó, para llevarnos por los derroteros de un relato triste, no cruel.
No, ahí le has dado. Él solo desea una bici. El resto no es cosa suya.
Un abrazo, Sr. Ximens
Jo Miguelángel, qué historia, hasta me emocionaste. Los deseos se cumplen, claro, pero a veces a qué precio… Este niño tuyo lo descubrió desde muy jovencito. Precioso relato ¡¡Mucha suerte con él genio!!
Qué personaje infantil tan bien reflejado. Me ha gustado muchísimo, gracias por compartirlo.
Qué bien. Me gusta saber que cuando dibujo un niño se ve verdadero. Me halaga.
Gracias, Belén.
Cuando llega lo que cuentas a quien lo lee, ese es el auténtico triunfo del que escribe sin ser escritor.
Gracias, amigos por vuestras palabras.
Abrazos.
«No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada mas amargo que lo que perdí» Joan Manuel Serrat
Yo ha habido un momento que me he ido por el remordimiento de haber deseado que el amigo se muriera y heredar la bici, pero parece que no iba por ahí.
No no iba por ahí. Pero, vamos, que puede ir por dónde el lector quiera, que para eso ya es suyo.
Pero esa estrofa de la canción resume muy bien los sentimientos encontrados de este niño, que más o menos es como todos.
Gracias, Javier.
Gracias, Ana. Qué me gusta lo de «cercano y verdadero», qué me gusta!!
Un abrazo.
Miguelángel, en un niño todos sus deseos y tristezas se procesan de forma diferente al tener pocas referencias emocionales. Esto forja su carácter. Muy bueno. Abrazos y feliz verano.
Gracias, Salvador. Eso intento siempre, cuando utilizo niños de protas, plasmar las emociones del niño tal y cómo las recuerdo.
Otro abrazo y feliz verano también para ti.
Como siempre, maravilloso. Siempre queremos lo que no tenemos y viceversa. Por lo menos yo. Qué bien contao, que bien contao primo. Un abrazo.
Vaya, prima, intercambio de cromos…
Pues ya sabes lo que me gusta gustarte.
Resulta que hago un comentario general agradeciendo a todos sus palabras, que es este que copio:
«Cuando llega lo que cuentas a quien lo lee, ese es el auténtico triunfo del que escribe sin ser escritor.
Gracias, amigos por vuestras palabras.
Abrazos.»
Pero cuando voy releyendo con los días y contestando uno por uno, mi mensaje se pierde y no se sabe bien a quién iba dirigido… Bueno, va dirigido a todos, les haya o no contestado a su comentario. Porque, además, me reitero en lo que dije.
Dejo más abrazos y algunos besos.
Qué bonito, Miguelángel. Ese niño me ha puesto un nudo en el estómago, pobrete. Te deseo mucha suerte.