58. La chica de la curva
En una de las curvas del trayecto de su oficia del centro a la casa de las afueras la vio. Estaba de pie, en el arcén, con la cara mirando al suelo y las manos entrelazadas sobre el vientre. Era una adolescente de piernas largas, delgada, vestida tan solo con una camiseta blanca —grande, que casi cubría sus rodillas— con un dibujo en el pecho del que solo pudo distinguir una maraña de trazos negros. Pisó a fondo y no miró por el retrovisor. Pocos minutos antes de llegar a la finca sonó el móvil.
—Cariño —sonó la voz de su mujer por los altavoces de su coche—, hoy Sara duerme en casa de Laura. Me ha dicho que no te enfades, ¿vale?
—¿Y por qué iba a enfadarme? Laura es buena chica. Me parece bien.
—No, no es eso. Es por la camiseta.
—¿Qué camiseta?
—La blanca con el dibujo del lobo de la serie esa que tanto os gusta a los dos. Se la ha llevado para usarla de pijama…
Vicente, me temo que no sabes que solo se puede presentar un relato por convocatoria. Lástima porque el relato es bueno.
Saludos.
Pues no me di cuenta.
No pasa nada. Con salir del parón de escritura que me consumía, me confirmó.
Gracias.
Me conformo, no «confirmó»