23 La cicatriz
Cuando me abro la camisa ante el espejo puedo contemplar una enorme cicatriz en mitad de mi pecho. La repaso y la palpo una y otra vez, desplazando arriba y abajo la yema de mi dedo: es la línea que me identifica y define. Luego cierro los ojos y en apenas unos instantes recuerdo aquellos dos faros que me deslumbraron, mis manos aferradas al volante intentando apartarme, un golpe seco que hunde la chapa, dar vueltas rodando mientras caigo por una ladera, el sonido de sirenas, los bomberos, la ambulancia, el hospital y de nuevos unas luces sobre mi rostro hasta que pierdo la conciencia y me duermo…
La cicatriz de mi pecho, lejos de hacerme imperfecto me devuelve una nueva imagen de mí mismo reparado y a salvo, convertido en un nuevo ser. Es por eso que cuando me abro la camisa ante el espejo, acaricio agradecido esa línea inconfundible que me devolvió la vida.
De todo podemos extraer algún aprendizaje, más aún de las teóricas malas experiencias, como le sucede a tu protagonista, que a partir de ahira valorará más cada minuto de su existencia.
Un abrazo y suerte, M. Paz.
Efectivamente aprendemos de los errores y de los traumas, sean los que sean. Muchas gracias por comentar!
Tras una experiencia como la que describes con detalle nunca se vuelve a ser el mismo. Sobre todo si hay secuelas, tu personaje habla de las del cuerpo, pero también da a entender las del alma.
Si fuéramos más conscientes estaríamos dando gracias a diario por seguir vivos, al menos quienes lo deseamos.
Estoy de acuerdo, creo que vivimos sin demasiada consciencia sobre lo que tenemos y quizá más en lo que nos falta. Gracias por tu comentario. Un abrazo!
Dicen que cuando tienes una experiencia traumática, en la que ves a la muerte mirándote a los ojos, comienzas a vivir de verdad. Yo por suerte no la he tenido, pero intento disfrutar de mi tiempo aquí.
Un abrazo y suerte.
Creo que renacemos a todos los traumas, sean cuales sean. Gracias y un abrazo!
Qué bonito MªPaz, ver esa imperfección como un renacimiento, como un kintsugi humano, esa famosa segunda oportunidad que a tu protagonista le ha llegado de manera dolorosa pero, al fin y al cabo, le ha llegado, que al final es lo importante. No seguir viviendo sino, simplemente, vivir.
Un beso y mucha suerte.
Gracias Ana Mª me alegra que te guste, esa era la idea mostrar la cicatriz con la belleza del kintsugi. Un abrazo!
Una buena reflexión sobre cómo aceptarse en cada momento de la vida. Un abrazo y suerte, Mari Paz.
Esa cicatriz se transforma, al igual que el punto de vista del personaje, y pasa de ser traumática en el accidente a salvadora en el momento de la narración. Buen ejercicio de superación. Suerte