06. La dama del pazo (Jesús Garabato)
Reclamada por la muerte, Palmira aguarda al abrigo del seco castaño que ensombreció durante décadas las ruinas del palomar del viejo pazo de la aldea. Acuciada, vislumbra, ante sus ojos, las razones de su vida y de su suerte. Se ve, con quince años, feliz y enamorada de Juan, el hijo de los aparceros, y cómo, escondida, escucha al señor del pazo, su abuelo, echándolos de sus tierras. Se contempla, sumisa y estragada por la pena, acunando el fruto de su amor y al que, demasiado pronto, Dios se lleva. Asimismo, evoca la triste decadencia de la casona familiar con los fallecimientos, uno a uno, de todos los miembros de su funesta estirpe y el ocaso lento de una época compañera de su soledad y sus recuerdos. Aliviada, y ya vencida sobre la mezquina verdura cortada para preparar su almuerzo, cree ver brillar el tosco anillo que, atesorado entre sus dedos, la protege, en su locura, desde hace más de ochenta años.
Al día siguiente, los cazadores que, avisados por sus perros, la encuentran, se sorprenden, aterrados, al intuir en su astrosa cara un remedo de sonrisa.
Muestras, Jesús, una mujer rural muy especial: una mujer adinerada de un pazo gallego. Con una prosa cuidada y preciosista, nos dices que «los ricos también lloran». La dama ve pasar toda su vida de desgracias ante sus ojos, pero aferrarse al recuerdo del amado hace que brote una sonrisa, en el momento de morir.
Felicidades. Un saludo.
María José
Muchas gracias, María José, por dedicarme tu tiempo y amables palabras. Saludos.
Un relato de cuidada ambientación que envuelve su historia, una retrospectiva que hace honor al sacrificio y dignidad de la mujer rural. Muy bueno, Jesús, ha sido un placer leerte. Suerte.
Muchas gracias, Antonio Diego, por tu amable comentario. Saludos.
Hola, Jesús
En tu texto la muerte termina ornada por una sonrisa aun cuando meramente esbozada. La vida es tortuosa y leve sin distingos de posición social. Y el amor es caprichoso y elige él. Has pintado con cuidados trazos una estampa de la decadencia. Al cabo somos seres para la muerte. Me complace tu propuesta. Suerte y un abrazo.
Muchas gracias, Eduardo, por dejarme tus impresiones sobre el texto. Saludos.
Una superviviente, la última de una estirpe y, quizá, de una forma de vida, hace repaso a su existencia. Determina que ese inventario de sinsabores que han sabido respetarla, o ella desafiarlos, para enseñarle lo más difícil: a terminar con una sonrisa.
Un abrazo, Jesús, Suerte.
Muchas gracias, Ángel, por tus palabras. Saludos.
Muchas gracias, Ana, por dejarme tu opinión. Saludos.
Me gusta mucho cómo has ido desgranado la historia de esta mujer octogenaria cuyo único «pecado», por el que tuvo que penar toda una vida, fue amar hasta su último aliento. Una narración exquisita acompañada de imágenes con olor a verdes tierras. Felicidades y un saludo, Jesús.
Muchas gracias, Matrioska, por dedicarme tus amables comentarios. Saludos.
Pues gracias, Juan. Aunque lo poco que escribo suele ser muy sencillo, en su forma, he tratado de hacer, en esta ocasión, un texto recargado y de ambiente galaico decimonónico con cuanta desgracia se me ocurrió en menos de doscientas palabras. Gracias y saludos.
Me están resultando muy buenos y tristes, sí, esto también, los micros de esta propuesta. Qué suerte poder leer y no ser jurado, qué suerte.
Muchas gracias, Luisa , por comentar. Tienes mucha razón. Resulta curioso que nos vayamos, una mayoría, por lo riguroso, casi de otro tiempo, de la vida rural y no por la felicidad familiar o por el aspecto bucólico de la naturaleza, con sus sonidos, colores y olores característicos. Saludos.
La dulzura de ese amor de juventud es el bálsamo que la acompaña y que ha sabido atesorar hasta el último momento. Un amor puro, salvaguardado, por la misma prohibición que se le impuso. Buen relato, Jesús. Enhorabuena.
Muchas gracias, Manoli, por dedicarme tus amables palabras. Saludos.
Reclamada por la muerte, el fruto del amor que Dios se lleva, los fallecimientos en la casona familiar… ¡Uf!, que tristeza, Jesús. Aunque reconozco que eres un artista describiendo esos ambientes. Pero me quedo con el final, Jesús, sonreír siempre, incluso ante la muerte. Aunque, si te soy sincero, no sé si es posible. Y no lo digo por la Muerte en sí misma, que tiene que ser muy funesta, sino porque ante tal cúmulo de desgracias durante ochenta años, hay que ser un verdadero héroe de leyenda para lograrlo.
Suerte, Jesús.
Muchas gracias, José Luis, por dejarme tus interesantes y amables impresiones. A la pobre mujer, loca y marcada por el infortunio, al menos le reconfortó, en su final, esa chispa, real o no, que hizo brillar en su memoria el recuerdo del amor, quizá su única alegría. Saludos.
Un texto que nos evoca de forma exquisita otro tiempo, donde la libertad y los sentimientos se doblegaban a la obediencia y al miedo. El destino de tu vida, a veces, no te pertenecía. Muy bueno, Jesús. Abrazos.
Muchas gracias, Salvador, por pasarte por aquí y dejarme tu amable comentario. Saludos.
Un relato muy elaborado y preciosista, que nos traslada al paisaje rural con realismo mortal.
Me ha agradado mucho.
Saludos, tocayo
Muchas gracias, María Jesús, por dedicarme tus palabras. Un saludo.
Un texto refinado en perfecta consonancia con la categoría de la dama. Además, como gallega que soy, me ha tocado el alma.
Muy agradecido, Edita, por tu amable comentario. saludos.
Con todo ese tremendo drama de fondo, creo que el anillo y lo que este simboliza brillan con más fulgor, cosa que unida a esa última sonrisa hace que logres un efecto parecido al de aquel Rosebud de Ciudadano Kane.
Enhorabuena, Jesús.
Un abrazo
Muchas gracias, Enrique, por amables palabras. Saludos.
Hola, Jesús.
Me gusta mucho el personaje de Palmira, tiene mucha fuerza y ternura a la vez. Qué hermosa forma de narrar su vida.
Suerte para este bimestre y abrazos gigantescos.
Muy agradecido, Towanda, por el cariñoso comentario que me dedicas. saludos.
Lo importante de los obstáculos es poder sobrepasarlos. Ella lo hizo, aunque se llevaba una herida cada vez que los encontraba, inmensa, pesada o insoportable, según cómo fueran, para, llegado el final, sonreír a la inabarcable locura de una existencia.
Un intenso relato acorde con su intensa vida.
Muy bueno, Jesús.
Un abrazo
Muchas gracias, Antonio, por tus amables palabras. Saludos.
Me gusta la historia y como la narras, con aire de leyenda, con un vocabulario acorde con el ambiente, el ritmo en que avanza y la atmósfera que creas.
Historia redonda.
Felicidades y suerte. Saludos.
Muchas gracias, Antonia, por comentarme con tan amables palabras. Saludos.
Poca esperanza había para la hija de los más poderosos, que escogía a su amor. Siempre dura su existencia, pero llevada con orgullo y satisfacción, por muchos avatares que la vida le presentara. Suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani, por molestarte en comentar. Saludos.
Jesús, dejas la constancia de que el terruño para quienes viven cómodos en él es el mejor lugar del mundo. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, por dejarme tus palabras. Saludos.
Relato con buena prosa que nos muestra a una protagonista fuerte, la última de su estirpe que termina con una sonrisa.
Un abrazo
Muchas gracias, Blanca, por leer y comentar. Saludos.
Precioso relato, Jesús, perfectamente ambientado, visual, como la vida que pasa ante los ojos de esta dama, tal y como la retratas.
Me encanta que, pese a sus dificultades, no se le haya borrado la sonrisa del rostro.
Enhorabuena!
Saludos y un abrazo!
Marta
Muchas gracias, Marta. Me alegro de que te haya gustado el relato. Saludos.
La dama del pazo, qué vida más triste. Si viviera mi abuelo, diría… «toda una señora… hasta en su muerte» 😉
Me ha gustado mucho la narrativa, casi poética.
Encantada de saludarte, Jesús.
Muchas gracias, Rosy, por comentarme con tan amables palabras. Saludos.
Buena historia y muy bien contada, los demás por llegar tarde está todo dicho.
Abrazos.
Muchas gracias, María. Nunca es demasiado tarde para recibir palabras amables. Saludos.
Me gustaría ahondar más en la vida de esa mujer que seguramente tendría tanto que contar. Me llama la atención el anillo.
Muy bueno tu micro, Jesús.
Un saludo y suerte.
Muchas gracias, Inés, por tu lectura y amable comentario. Saludos.
Una historia triste de una mujer que parece no tener que lidiar con las penurias de la vida en el campo, pero sin embargo lidia con penurias más profundas. Su muerte nos alivia como lectores, seguramente como a ella. Bonita historia. Mucha suerte.
Muchas gracias, Patricia, por leerme y dejarme tus palabras. Un saludo.