97.LA DEMANDA DE DURANDARTE (Eduardo Iáñez)
Hoy se nos han parado los relojes. Cosas de la tormenta solar, y esta es ya la tercera desde que nos destinaron a Mercurio, hace poco menos de un año. Durante la anterior fue aún peor: el abuelo regresaba de tomar su aperitivo en la Taberna del Ciervo Blanco cuando, entrando a casa, el teletransportador se descompuso por una ráfaga de viento del sol. Desde entonces, el viejo pasea su muñón y su cojera con una arrogancia propia de otras épocas, negándose a ponerse en manos del doctoroide de la colonia. Allá él. Aquí cada uno tiene sus manías. Yo mismo no he salido al exterior en todos estos meses. No es la temperatura lo que me preocupa, pues los trajes de la compañía resisten de sobra durante horas; es que no puedo evitar cierta inquietud a la vista de la fauna mercuriana, esas criaturas escamosas que, en mitad de la tormenta, se divierten agitando en pesado vuelo sus garras aladas, mientras persiguen las partículas solares y escupen fuego por sus renegridas fauces.
Impresionantes escenas las que nos pintas con palabras. Un abrazo
Se me queda corto el cuento para tanta imaginación. Costumbrismo y futurismo en un planeta de fuego poblado por humanos y dragones mercurianos, en el que no faltan las costumbres terrícolas del aperitivo ni los ancianos, que no suelen ser protagonistas de las historias de ciencia ficción.
Eduardo, tu relato conjuga cotidianidad, épica y ciencia ficción. Muy, muy bueno. Abrazos.
Genial. Molaría más. Interesante relato. Salud
Pues esa mezcla de ciencia ficción y esos casi dragones me ha resultado muy sugerente. Me gusta mucho la fotografía de tu relato. Ahora me estoy leyendo un libro (2312) que comienza en Mercurio y solucionan el tema de la temperatura con una especie de ciudad móvil que avanza siempre a través de unos raíles para mantenerse en la parte «de noche». Tu Mercurio me parece más divertido. Te felicito. Me gusta la ciencia ficción y normalmente es un género que no se prodiga demasiado. Un abrazo.
Le estoy dando vueltas pero se me escapa el título. No sé mucho de la historia de Roldán. ¿Te importaría explicarme por qué se llama así el relato? Muchas gracias.
Gracias a todos por pasaros y por los comentarios. He de decir que, en efecto, siempre he tenido debilidad por la ciencia-ficción, y que no creo en absoluto que tenga por qué ser un género menor. Al contrario, me parece muy sugerente, algo que veo que comparto con muchos de vosotros.
En cuanto al título, querida Ana, no se te ha escapado en absoluto la relación de los ‘dragones’ mercurianos con la espada de Roldán. Y no hay más: la relación no es directa, pero me pareció que el nombre del arma en sí, su sonoridad, y las reminiscencias épicas del héroe que la empuñó, eran suficientes para desvelar el objeto de esa ‘inquietud’ ante la fauna mercuriana. Había pensado también en un título como «San Jordi 2041», pero me parecía prosaico y evidente.
Gracias de nuevo por vuestros comentarios y vuestros elogios. Me alegra que os parezca divertido e imaginativo.
Saludos.