91. LA FIESTA DEL VIEJO
El gentío permanecía embelesado en la balconada. Desde ella se contemplaba el puerto pesquero. Estaba engalanado con tiras de banderines multicolores, al igual que los pequeños barcos pesqueros, botes y todas las calles. La muchedumbre silencio la conga. Al desplegarse la banderola, estampada con el descomunal pez, se dejó oír una sonora exclamación. La brisa de la mar, emulaba coletear y tener vida a aquella figura idealizada de pez. Parecía querer escapar, resistirse a la barandilla semejando a un anzuelo o sedal. El barrio de la Habana Vieja, el puerto, casi todo el Malecón, fue invadido por rumbas, mambo, salsa, guaguancó… Por cada callejuela, taberna y bodeguilla, corría el ron, los mojitos y daiquiris. El día de fiesta, más popular, solo había hecho que empezar. Un año más se homenajeaban por ser lo que eran, pescadores. Recordaban a Santiago, viejo pescador que hace ya mucho tiempo, pescó el marlín más grande que se haya visto. Le mantuvo tres días de lucha con la mar, la presa, los tiburones y consigo mismo. Logró llegar a puerto con la cabeza y el espinazo bien limpio. «De 18 pies de la nariz a la cola». El viejo descansó soñando con los leones marinos.
ANGEL, curiosa historia de lobos de mar y tradiciones populares, suerte y saludos
Me alegro que te haya llamado la atención, viniendo de una veteranía como la tuya.
Un humilde homenaje a el VIEJO Y EL MAR o ha Ernest Hemingway.