105. LA FOTOGRAFÍA
Vino un verano para trabajar en los campos y quiso el destino que nos viéramos solo una vez.
Fue una noche de verbena, el último día de las fiestas grandes del pueblo.
Estuvimos juntos y después se marchó por donde había venido con la promesa de escribirme.
<<Palabras al viento>> pensé al verlo alejarse por el camino mientras me mandaba un beso con la mano.
Pero me equivocaba, a la semana siguiente recibí sus primeros versos de amor. Yo, por supuesto, le correspondí enviándole una fotografía mía. Así comenzó nuestra relación e intercambiando cartas y sentimientos fue como nos enamoramos y convenimos en casarnos.
Pero el inicio de la guerra nos cogió a todos por sorpresa truncando nuestros planes cuando lo reclutaron.
A su regreso, salí a su encuentro corriendo, pero me quedé paralizada sin reconocer al hombre abatido y con la cabeza vendada que tenía enfrente.
—La guerra nos cambia a todos —dijo sacando mi propia fotografía desgastada y manchada de sangre del bolsillo de su chaqueta para mostrármela.
La verdadera batalla, la que enfrenta a mi razón contra mi corazón, comenzó cuando achacado por el Alzheimer, se empeñó en que no lo llamara Ignacio sino Antonio.
Cuando la memoria nos quita (o nos devuelve) una identidad, entonces todo queda patas arriba. Muy bueno
Un saludo
JM
José Ángel, dificil momento de la vida es ese. Las familias sufren mucho y tu nos lo has mostrado con bellas imagenes. Suerte y saludos
Esa sí que es una batalla difícil de ganar, la del tiempo.
Me ha gustado tu relato. Claro, sencillo, transparente, con una historia inicialmente posible que nos hace prever un cierto desenlace para después sorprendernos con lo equivocado de nuestra previsión. Aunque la historia me recuerda vagamente no sé qué, la has traído aquí de un modo magistral. Disfruté leyéndolo. Saludos.
Cuántas batallas dentro de tu relato y que bien narradas.
¡Muy buen final!
Cuando casi termino de leer la historia que nos cuentas, de repente añades ese toque final que me desarma.
El final es el principio de otra batalla tan dura o más como la anterior. Buen desenlace, José Ángel. Un abrazo
Triste tu historia. A mis padres no les pilló la guerra. Sí la post. Y también hacían eso de las cartas. Nos has llevado a una época para olvidar hasta dónde amar era complicado. Mucha suerte 🙂