62. La fuerza del destino
Dicen que hay un destino escrito para cada uno de nosotros, que da igual correr o jugar al escondite con él porque siempre te encuentra y te acaba alcanzando.
Nací en Vigo, pero mis padres tenían su vida en Madrid y yo no había vuelto nunca allí.
Ahora 25 años después, por algún motivo que yo mismo desconozco estaba conduciendo rumbo a aquella ciudad gallega. Atendiendo a la llamada de últimas voluntades de un desconocido tío de mi madre.
En algún punto de aquellas carreteras despobladas el tiempo había empeorado tanto que tuve que refugiarme en el primer bar que destacaba a través de la cortina de agua.
Sus luces delataban el tipo de establecimiento que era, un cartel anunciaba “servicio de habitaciones”. Yo no esperaba más que un café caliente y si fuera posible algo sólido para acompañarlo.
Pero me sirvieron unos ojos verdes y una invitación a descansar en el piso de arriba.
Al día siguiente, llegué con el tiempo justo de escuchar las últimas palabras del pobre Elías:
— Sabía que vendrías, que traerías contigo unos ojos verdes y que no te marcharás nunca de esta tierra de la que formas parte.
Ese destino, qué cierto es que está escrito en cada uno de nosotros…
Suerte
Mucha razón tienes Blanca, el destino parece escrito.
Gracias por tu lectura y comentario y por la suerte.
Saludos
Me ha gustado mucho, hay muchas ocasiones en que el destino parece ya escrito.
Besos
Gracias Asun.
Saludos
Como bien dices en tu hermoso relato, el destino esta ahí esperándonos y no importa lo que hagamos al final, somos presa de él para bien o para mal.
Suerte Luis
Gracias Mª Belén, este año es le primer relato que mando. Pero os leo, eso sí.
Saludos
Que hermoso destino detrás de esos ojo verdes…
Un abrazo y suerte.
Los ojos verdes tienen mucho peligro. En este caso parece que para bien del protagonista.
Gracias por tu lectura, un abrazo.
Luis Miguel, bonita historia. El destino nos hace conducir por las carreteras más insospechadas. Un abrazo y suerte.
Gracias Concha, un placer tu visita. Y sin duda no merece la pena huir del destino.
Abrazos
Está claro que la fuerza del destino de unos ojos verdes es imparable. No parece nada malo el que has elegido a tu protagonista.
Suerte y saludos.
Gracias Rafa, aunque no os comente os leo a todos.
Procuraré dejaros unas palabras.
Abrazos
El relato te pone muy bien en situación y al final cumple su amenaza de atraparte en ese pensamiento mil veces discutido acerca de si somos dueños de nosotros mismos. Me gusta cómo lo has explicado y me han encantado esos ojos verdes que mueven toda la historia que vendrá a continuación. Mucha suerte 🙂
Gracias Juan Antonio, se de tu buen hacer en las letras. Aprovecho para felicitarte.