67. La herencia
El cordón policial mantiene a los manifestantes a suficiente distancia para que la música que interpreta la banda municipal solape los gritos de protesta. En el lado opuesto de la gran plaza, bajo la fachada modernista del ayuntamiento y subido a una tarima, el alcalde se despide del cargo escoltado por dos maceros y el equipo de gobierno en pleno.
Periodistas, fotógrafos y operadores de cámara están pendientes de recoger cualquier gesto del veterano político, que permanece solemne y hermético. Hasta que comienza a sonar la última pieza musical y una tímida sonrisa va ensanchándose para desembocar en una carcajada. A nadie le cabe duda de que lanza un mensaje a los que lo jubilan de la política local en una lejana embajada. Todo ha sido a su mantera. Y el final aún no está escrito.
Luisa, tan real como la vida misma. Suerte y saludos
Describes muy bien, una situación que suele darse.
Suerte y feliz Navidad, Luisa
Gracias, Calamanda, María Jesús, Ana por vuestros comentarios.
La situación está basada en hechos reales, aunque eran otras piezas musicales y los mensajes eran en clave local.
Besos
Pues el relato me da más pena que otra cosa, Luisa. No por tu arte al escribirlo, que lo tienes y bueno, si no porque se parece tanto a la realidad que me duele.
Un salude.
Sí, Reve, da pena. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Por cierto, me acabo de dar cuenta de que hay una errata. Es «manera» y no «mantera». Me imagino que se entiende bien. :))
Triste realidad bien radiografiada con buenas letras. La tomadura de pelo es eterna, y relatos como este están muy bien y no los recuerdan. Mucha suerte 🙂