33. LA HERIDA
Dilatar la vida de los hombres es dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes
J.L. BORGES, El Inmortal
Pese a distribuir las velas en forma de números romanos, apenas caben en la tarta. El viejo gallardo y musculoso las sopla con desgana. Aborrece ya el brillo de nieve endurecida tan propia de los inmortales latiéndole en la piel. Considera su cuerpo apolíneo una cartografía insípida, carente de las huellas y marcas singulares que esculpe en los hombres el paso del tiempo. Abre los ojos. Suspira. Agarra un trozo de pastel y lo introduce con cuidado entre los oxidados barrotes. El ave que lleva encerrada varios siglos parece dormitar entre sus propias llamas, inmutable sobre la canela, el nardo y la mirra que conforman su nido. Un graznido crepitante sobresalta al viejo y, al retirar los dedos, se hace un corte con el hierro. El viejo observa la limpia herida, maldice. Echa de menos el fulgor rojizo de la sangre.
En ese momento, decide no beber nunca más el brebaje de cenizas. Abre de par en par los ventanales de su choza, abre después la portezuela de la jaula. El pájaro en llamas huye entre fogosos gorjeos.
–Adiós, Fénix –murmura aliviado el viejo.
Y se sienta a esperar pacientemente a que llegue al fin la dulce tiniebla.
Hola Ignacio. Ya me has ganado nada más comenzar con esa fantástica cita. Para colmo, tocas el tema de la muerte y la inmortalidad, un tema que para mí es «EL TEMA» con mayúsculas. Lo canalizas a través del Ave Fénix, ese ser mitológico que resurge de sus cenizas y creo que aciertas, pues pienso que la única forma de vencer a la muerte es el renacimiento.
Me he apuntado tu cita y me gustaría dejarte una que me encanta.
«La paz eterna es vivir con amor el presente» SIDDHARTA GAUTAMA BUDA
Enhorabuena y suerte.
Magnífico relato en el que la cita del gran Borges, se sigue de manera impecable.
Buen otoño,Ignacio.
Buen relato hablando de la inmortalidad. Realmente puede ser aburrido no morir nunca; me encanta la última frase esperando el protagonista a la muerte.
Un abrazo
Un gran relato ReCompañero, nos deja una interesante reflexión.
Suerte!
Primero te diré que el texto es estupendo. Pero te lo voy a cobrar: 🙂 “Lo peor de hacerse viejo no es envejecer, sino darse cuenta” (Edita Nogueira)
El ave Fénix es capaz de cambiarlo todo, y dar significación de vida a la muerte. Tocas un símbolo sagrado, Ignacio, y a la vez resumes también el tedio, la apatía, de la que tanto habló Borges: el cansancio. Un texto muy bien construido y desarrollado.
Felicidades. Un saludo.
Ignacio, original forma de tocar este tema; con los giros de imagenes consigues un ritmo y terminado muy bueno. Suerte y saludos
Hola, IGNACIO. Creo que éste es el primer micro que leo donde a la muerte se la pinta tan linda, tan deseable, y la inmortalidad, paradójicamente, tan agónica y asfixiante.
Me encantó ese fénix tuyo, con sus fogosos gorjeos y su nido de mirra. Y también ese epígrafe de mi compatriota Borges, tan pertinente.
Una maravilla de micro; me gustó más que mucho.
Cariños,
Mariángeles
No sé qué anhelamos de la inmortalidad, ¿es la vida eterna lo que perseguimos? o puede que sea tan sólo evitar la muerte que tanto tememos.
¿Cómo imaginar que la Vida sigue sin que nosotros estemos en ella?
Duele.
¡FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO, Ignacio!