72. LA ISLA SIN FIN
Hace frío, mucho frío. Y la humedad se convierte en una obsesión. Se mete en los huesos, se respira. La ropa jamás se secará. No sé si hace días, meses o años que no vemos el sol. La luz es tenue, lechosa y no hay horizonte. No hay sombras. La vista tan sólo alcanza unos metros y nunca se hace de noche.
-¿Cuánto hace que Thomas fue a buscar ayuda?
-No lo sé, William, no hay manera de medir el tiempo en este lugar
¿Cuántos éramos en el pequeño bote plegable? ¿Cuántos somos ahora? Porque después de nosotros muchos otros encontraron refugio en éste témpano de hielo a la deriva. Unos aparecen de repente y otros se esfuman sin más.
A Wallace se le vio paseando mientras tarareaba distraído, luego nadie supo dar razón de él.
El Sr. Mayo apareció sentado a mi lado cuando todavía contábamos los días. Sigue aferrado a una bolsa de paño con el número 144.
¿Cuál era mi camarote?
-Mira, ahí va Harry, creo que echa de menos tanto como yo una de sus cervezas.
-El tiempo va carcomiendo la memoria. Nadie se acuerda ya de nosotros, William.
-Nadie.
Un relato que te deja helado. Buena propuesta de nuevo, Manuel.
Muchas gracias Lorenzo.
Un saludo.
Muchas gracias por hacerme ver el error, que además es mío y no del corrector automático. No tengo perdón. Y gracias también por el comentario.
Un saludo.
Manuel, ambientas muy bien la soledad de aquellos que intentaban sobrevivir, y su desesperanza. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda.
Un saludo.
El tiempo pasa y ellos siguen allí, atemporales en la oscuridad del recuerdo.
Muy bueno.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias.
Un saludo.
Lo interpreto como que algunos fallecidos que, al parecer, ni siquiera son conscientes de estarlo, se aferran a la esperanza de seguir en un mundo conocido, más que a la de que alguien los rescate de su deriva hacia ninguna parte. Me ha gustado cómo lo plasmas. Por cierto, se te han escapado un par de comas, las dos delante de «William». Besos y suerte.
Gracias por señalarme esas comas que juegan al escondite y gracias, también, por tu comentario e interpretación. Sólo comentar que el origen del cuento es un hecho real: el descubrimiento de un bote plegable con tres cadáveres un mes después del naufragio y a doscientas millas del lugar del undimiento.
Un saludo.
«Hundimiento» En el pecado está la penitencia.
¡Qué día!
Hola Manuel,
¡Qué lastima! Se salvaron y se perdieron. Transmites bien el clima de incertidumbre. Felicitaciones.
Saludos.
Óscar, muchas gracias por tus palabras.
Un saludo.
Yo tuve la misma impresión que Ana Fuster.
Pues es una magnífica impresión.
Un saludo.
Thomas, William, Wallace, Harry… , perdidos en un lugar de no tiempo y no espacio. Ese lugar me aterra, un lugar infinito del que es casi imposible escapar.
Seguro que la barca casi ni se mueve!
Un principio y una espera a la que ni el olvido dará fin. Gracias Isabel por tu comentario.
Un saludo.