59. La jubilación
He vivido como una larva obediente, oculta en mi minúsculo espacio tejiendo día tras día mi futuro con tesón. Ansiosa de finalizar mi estado de crisálida, hoy me han confirmado que mis alas de mariposa se extenderán y me permitirán surcar los cielos. Cuarenta años he esperado para este momento, convencida de que iba a ser libre. Por fin, voy a disfrutar de la vida haciendo lo que realmente me gusta. Contemplar el mundo desde arriba, sin ataduras ni responsabilidades. Perderme en la selva tropical y posarme sobre el hocico de un rinoceronte. Juguetear con los elefantes en el remanso que dejan las cascadas y burlarme de los cocodrilos. Hasta voy a ser capaz de rozar el rostro de la luna y acariciar las estrellas. Perdida en semejante júbilo de mi vuelo libertador, ni me he dado cuenta del cazamariposas que se me ha venido encima. Un anciano barbudo me ha escudriñado un buen rato con su lupa de científico extendiéndome las alas y tocándome la tripa. Parece que mi fisionomía le ha cautivado de tal manera que, sin pedirme permiso, me ha crucificado con dos agujas para la eternidad.
Una relato lleno de mensaje el de no fiarlo todo al futuro, porque puede que se presenten imprevistos y desdichas de las que, como de una red, es difícil zafarse, sobre todo si se es mariposa. Un canto a vivir el presente, a no emplear todas las energías preparándose para lo que vendrá, no vaya a ser que traiga trampa, incluso una indeseable eternidad atravesada por agujas.
Un saludo y suerte, Lilian
Muchas gracias Ángel por tu comentario. La verdad es que muchas veces se planea todo lo que uno quiere hacer cuando se jubile y cuando llega el momento, le surgen problemas relacionados con la salud frecuentemente, de ahí viene el científico que captura a la mariposa, es decir el médico que analiza al recién jubilado en el hospital con las agujas. Un saludo y nos seguimos leyendo.
Aunque se describe la historia de una mariposa especial, podría ser tranquilamente una alegoría que hace pensar sobre el futuro que nos deslumbra haciendo que vivamos un presente oscuro, a ciegas.
Es verdad Edita, ese presente oscuro quería hacer referencia a la pequeña oficina en la que mucha gente pasa sentada delante del ordenador. Muchas gracias por comentar y nos seguimos leyendo.
Un verdadero cuento de la lechera. Pobre, no pudo cumplir sus sueños. De nuevo el hombre y sus caprichos, empeñado en dominar y encerrar la belleza natural.
Un relato triste por su final.
No lo había relacionado con lo del cuento de la lechera, Rosa, pero tienes razón. Estaba enfocado en especial a ese «júbilo» que le entra a un recién jubilado con la lista de todos los proyectos que quiere hacer pero al final, por una causa u otra, en regla general solo logra hacer una o dos cosas de la lista si tiene suerte. Muchas gracias por comentar y nos seguimos leyendo.
Hola Liliana:
Las cosas, los sueños, hay que vivirlos ya, lo antes posible.
Si esperamos a salir del capullo, nos podemos encontrar con algún capullo, o con alguna enfermedad, responsabilidad, debilidad… Qué frustre todo.
Un gran relato, enhorabuena
Muchas gracias Albeto, es verdad que en este caso el cazamariposas ha sido la «enfermedad», el científico el «médico» y las «agujas», las inyecciones que le ponen a uno durante su estancia en el hospital. Un saludo y nos seguimos leyendo.
Liliana, cuánta razón lleva tu micro. A menudo esperamos que llegue ese momento en el que seremos felices, pero todo se puede torcer y fastidiar nuestros planes. Me ha encantado la metáfora de la mariposa.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Rosalía y me alegro de que te haya gustado. Es verdad que la vida de una mariposa es muy corta y en cierta manera, la nuestra según como se mire también lo es. Gracias por comentar y nos seguimos leyendo.