83. La Libreta
Sentada al borde del abismo miraba el ajado cuaderno donde guardaba los libros leídos, anotaba las sensaciones que le habían provocado y escribía las frases más sugerentes. Recordó que, entre sus páginas, había aprendido todo lo que sabía. Desde la infancia, cuando le regalaron su primer libro de imágenes, hasta ayer, había leído todo aquello que cayó en sus manos.
Esta mañana, sin saber por qué, levantó la vista al mundo para comprender que nada de lo que había experimentado en ellos, se correspondía con la realidad que le rodeaba. Su universo era otro, mágico, lírico, espléndido, pero no tenía con quién compartirlo: Soledad, fiel, silenciosa y triste compañera. Tantas veces lo había intentado y tantas había fracasado que deseó bajar el telón. Abrazó la libreta entre sus brazos a modo de despedida, apagó su mirada despacio, con abandono y se asió a los versos tantas veces recitados:
… «Puedo escribir los versos más tristes esta noche»*…
Añadió una última entrada en su cuaderno: «Aquí está la historia de mi vida» y con un firme trazo horizontal cerro la página; entonces suspiró, dio un paso al infinito vacío y todo se fundió en negro.
*Obviamente los versos son prestados
Se deduce que esperaba encontrar en la realidad lo que en los libros contemplaba. y casi nunca es así. Parece que había fracasado, quizás por no aceptar la vida como tal. Está muy bien narrado y tiene un fondo poético. Al parecer se rindió, aunque tarde, y tristemente a la evidencia.
Bien traídos los versos de Neruda. Suerte y saludos.
Estimada Antonia, agradezco tus amables palabras. Pero ella no se rindió encontró una puerta detrás de un negro túnel, porque el final siempre es un comienzo.
Profunda tu historia… diría que triste, pero muy bien explicada. Mucha suerte 🙂
Gracias por tus palabras. Es cierto es una triste historia mucho más real de lo que pensamos.
Un abrazo.
Entiendo que hablas de frustración. Si es así, te aproximas a los sentimientos de la protagonista con algún acierto. Te deseo suerte en la elección de este mes.
Aparte quiero comentar que el comentario con apostrofe, a mi entender, es un añadido superfluo que desdobla el final del relato. Y, también, que es redundante por obvio, debido a las características de quienes son aquí tus lectores. Salvo que exista una intención que a mí se me escapa, opino que sobra.
No quisiera equivocarme, pues entonces lo que sigue sería impertinente; pienso que te aproximas al blog sin casi preliminares literarios, y te doy la bienvenida, pero pongo a tu consideración que, acaso, en el acompañamiento al título del micro, recalques en demasía quien eres.
Estimad Daniel, agradezco tus palabras, efectivamente trato de hablar de frustración, como bien señalas, y de tristeza, pero también de renovación y cambio. Todo final es un comienzo.
Respecto de los comentarios añadidos quiero agradecerte el atrevimiento, no creo que sea momento, ni lugar para comentar mi bagaje cultural y literario, pero te sorprendería saber la cantidad de personas que a pesar de haber leído bastante no conocen los versos de Neruda, de Gerardo Diego, de Bécquer, Espronceda…, simplemente para no pasar por quien no soy he hecho la anotación; por otro lado es de ley reconocer lo propio y lo9 ajeno y sobre todo a mi gran admirado Sr. Neruda.
Por último, reconocer que quizás tengas razón en lo del título, en este caso espero seas benevolente por desconocimiento de como funciona el tema mas que por ansias de notoriedad, que ni tengo ni creo tendré en el futuro.
Reitero muchas gracias por tus comentarios
Podría haber sido así, ¿por qué no?
Seguro que Neruda tiene ahora una sonrisa en su rostro.
Muy buen relato
Un saludo
Me alegro de que te haya gustado y te agradezco las alegres palabras. Espero que Neruda, D. Pablo sonría durante mucho tiempo como le gustaba, refrescando sus rostro al viento de Pacífico.
Un fuerte abrazo
Estimada Ana, siempre tan amable, siempre tan consideraba.
e alegra mucho de que este relato te haya gustado también.
Un fuerte abrazo y muchas gracias.