76. La lírica del Alma
El salón se encontraba abarrotado de gente poseída por el alcohol, danzando hasta el desatino…
En una esquina del inmenso gentío nos encontrábamos a solas mi alma y yo; y allí, delante de nuestra presencia, no cabía nadie más…
¡Qué desierto me parecía aquel poblado espacio con la multitud disfrazada de masa y al ritmo de “Paco el chocolatero…”
¡Cuánto echaba de menos a mi gato, a mi libro; a mis momentos felices y a solas…!
La diversión de toda aquella jungla social me desplazaba. ¡Qué lejos de todo y todos me sentía…!
Ya no me divertían esas apuestas multitudinarias.
Sin duda alguna hubiera elegido mis danzas privadas con sones y líricas concertadas entre mi alma y corazón para sentir la armonía y el ritmo del gran baile existencial en el que respiro.
Me parece una escritora con una sensibilidad maravillosa. Me encanta la sencillez de este relato en dónde predomina la exaltación del interior en contraposición al entorno mundano. ¡Caray, qué buenas plumas tiene este apartado literario…!