57. La lucha
Era la primera vez que me desnudaba delante de un público.
Sólo escuchaba mis latidos entre tanto griterío. Me ardían los músculos y apenas tenía fuerzas para sujetar mi bici y la de Clara.
Nunca entendí el origen de tanto pudor. Nadie en mi familia tenía reparos en pasearse desnudo por la casa. Sin embargo yo siempre echaba el pestillo y si estaba en un vestuario público, ponía en marcha mis habilidades circenses para cambiarme de ropa como si de un truco de magia se tratara.
Pero estaba decidida. Las cosas tenían que cambiar. Así que le di las bicis a Clara, respiré profundo y me enfrenté, con éxito, a mi personal etapa reina.
Sin más ropa ya que el protector solar, la vuelta continuó con una etapa llana, en la que cientos de ciclistas defendiendo nuestros ideales coreábamos “¡en bici y en bolas, Madrid sí que mola!” La gente miraba pero, gracias al movimiento, no veía. Íbamos todos perfectamente vestidos con traje de emperador.
Al terminar la marcha, una niña clavó sus ojos en mí. Estaba a punto de cubrirme con las manos cuando se acercó y me dijo “me encanta tu bicicleta, ¿la puedo tocar?”
Precioso Leonor. Mi enhorabuena además si es un relato autobiográfico. Yo soy más pudoroso y nunca me atreví.
Mucha suerte,
Ton.
Gracias Ton. Jajaja! yo soy de las tuyas, lo único autobiográfico es el tercer párrafo.
A mi también me ha parecido que pueda ser una anécdota personal.
Lo sea o no, mola mucho porque se aleja un poquito de lo que llevamos leído este mes. Me saca, además, mi vena infantil. Por eso molan los críos, porque no tienen prejuicios.
Beso.
Gracias Aurora. Sí se basa en una anécdota personal, pero vista desde el lado del público! Y la niña, mi hija Aurora, pero no articuló palabra! La experiencia nos sirvió para explicarles unas cuantas cosas a los niños! jajaja