96. La memoria de tu vida
Éramos la pareja de baile perfecta. Ningún ritmo se nos resistía: nuestras vueltas de cuellos, subidas de falda o corte de mangas causaban furor y eso que siempre andabas muy ocupada con las faenas del campo y las tareas de casa; pero la noche, mientras los demás dormían, esa era nuestra.
Sentir tus manos y verte recostada sobre mí me ponía a cien por hora. Era delicioso ver tu cara llena de satisfacción cada vez que entrelazados terminábamos lo que con tanta pasión habíamos empezado. Tu ingenio y creatividad hicieron que lo nuestro nunca cayera en la rutina. No te quedaste viendo la vida pasar, eras pura actividad con entrega total y en todo dejaste parte de tu alma.
Ahora ya no soy joven y el invierno extiende su manto sobre mí y me envuelve en un abrazo de melancolía. De vez en cuando, alguien levanta esa tela nostálgica cuando con una bayeta repasa las letras de mi nombre: SINGER. Con ese gesto me trae la luz de lo mejor de nuestros días. Yo sé que esas manos están pensando en ti a través de mí, porque soy la memoria de tu vida.
Pilar, ¡qué bien leerte… y qué bien me has engañado!, 😉
Preciosas imágenes las que nos coses con esta pareja, tan divertida y bien avenida.
Suerte, y un besote grande.
Gracias Rosy por leerme y dejarme tan entusiastas impresiones. Muchas veces os leo sin dejar comentarios y esta vez me he animado a participar.
Besote preciosa.
Qué emotivo y simpático relato has escrito. Además, nos engañas a conciencia. Nos haces visualizar una cosa y luego… Y qué decir del halo poético con el cubres el último párrafo además de a la máquina. Para muchas mujeres puede que el tener que hacer esas labores mientras los demás descasaban supusiese un imposición y un castigo pero, seguramente, a otras les causaría una gran satisfacción ver rematada su labor y disfrutarían, ellas y los suyos, de esas prendas. Y no olvidemos a las que con ese trabajo consiguieron sacar a su familia adelante. Muy bueno, María Pilar. Suerte y saludos.
Simpáticas palabras las que me dejas Jesús. Quiero pensar que mi protagonista, que dejó los ojos en ese coser con muy mala luz nocturna, disfrutaba viendo a los suyos con su ropa nueva, o si no lo era, al menos que lo pareciera una vez que había pasado por sus manos.
Un saludo.
Pilar, es verdad esto que cuentas tan bien, cuantas mujeres hacian lo mismo en epocas pasadas. suerte y saludos
A veces pienso que eran super-mujeres en ese multiplicarse y llegar a todo. Vida dura la suya.
Gracias por leerme y dejarme tus palabras.
Abrazo Calamanda.