36. LA NOCHE
Javier volvió de sus viajes por el espacio, visitando galaxias, constelaciones, planetas cuya atmósfera nadie podía imaginar, pero volvió a sentirse más sólo que nunca. Al principio la gente, su país, su pequeño universo en la Tierra, le agradeció su heroicidad, ser el primer hombre que visitaba y conquistaba nuevos mundos que colonizar, nuevas estrategias de vida para un mundo en continua decadencia y supervivencia. Pero al lado no había nadie cercano. Todo fue alabanza fría y desapegada. Quizá había sido elegido por aquella condición solitaria y taciturna pero al final, le quedaba un logro muy importante que realizar: tener personas cercanas que le acompañaran en un viaje tan difícil para él como la vida cotidiana.
De madrugada, cuando las luces de las casas estaban apagadas, disfrutaba de salidas a su cerro solitario porque estaba más cerca de las estrellas, antiguas compañeras de viaje que compartían con él los heroicos momentos que nadie vio.
De repente, una tormenta iluminó el cielo y vio varios seres errantes por el camino tortuoso. Les ayudó a sobrevivir y comprendió que la vida seguía en una supervivencia continua. No podía esperar un fin, sino vivir y comprender la aventura interminable hasta el final.
La soledad del viajero … que deja tanto tiempo para pensar. Qué narices es la vida y hacia dónde demonios vamos. Me gusta la deriva filosófica que impregna tu relato. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio por tu comentario y me alegro que te guste. Un saludo.
La soledad, esa incansable compañera de viaje. Es mejor llevarse bien con ella, aunque a veces arañe.
Suerte.
Estoy con Javier, muchas veces nos planteamos demasiado la vida cuando, al final, lo único que tenemos que hacer es vivirla, solos o acompañados. Me ha gustado mucho, Luis. Un saludo.
Luis Cruz, bien ambientada esa filosofía tan personal de tu protagonista. Suerte y saludos
En soledad, o acompañados, la clave está en la meta que nos planteemos alcanzar. Sin objetivos nuestra vida carecería de sentido. Y tu personaje es consciente de ello.
Me gustó Luís. Mucha suerte.
Ton.
Es un relato raro, que no llego a comprender. Está claro que nos habla de la soledad, pero no sé qué ha ocurrido, y sí quizás en la ayuda a los demás resida su salvación. Suerte.