13. LA PALESTRA (EPÍFISIS)
Áyax y Odiseo, giran mirándose a los ojos, los brazos por delante, agachados y dispuestos a saltar como un resorte para asir al contrario. Sus cuerpos brillan al sol por el sudor y el aceite que sus esclavos han extendido por sus cuerpos desnudos, musculados.
Luchan en la Palestra, con las gradas y las columnas en semicírculo, repleta de compañeros, mentores y sirvientes, que los jalean sin desmayo.
Traban sus cuerpos, resbalan, los jadeos y el frufrú del roce acallan los gritos, Odiseo hace voltear a su contrincante, colocándose a su espalda, como uña y carne, manteniendo el agarre más de la cuenta y va notando como su miembro se endurece notando el culo de su adversario.
Áyax se deja caer y le proyecta sobre su cabeza y queda en posición puente, intenta pasar al otro lado para desequilibrarle pero un obelisco se lo impide, desiste.
Se pone encima y con sus piernas lo abraza, sexo con sexo, separa con los pies los talones de Odiseo y el puente se derrumba, los omóplatos chocan en el suelo y Áyax le mantiene pegado a la palestra, cuenta, le mira a los ojos, deja de contar y le besa en los labios.
Feliz verano a todas/os.
alejandro, tu historia está fenomenalmente contada,le has dado un giro a tu forma de narrarla sin perder tu estilo personal. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, ya ves que me he preparado a conciencia, mens sana in corpore sano, ja ja.
Suerte tu también, aunque no te hace falta.
Esto podría ser eso que llama «saltar a la palestra». Como en esas complejas relaciones de amor-odio, lo que comienza como una lucha competitiva y hostil, puede terminar en un cuerpo a cuerpo muy diferente, con razón dicen que el roce hace el cariño.
Un abrazo y suerte. Epi.
Ángel, quedan pocos restos arqueológicos griegos de las palestras, yo lo he recreado a mi entender.
En la cultura griega no había tanta separación en las formas amatorias, que se lo pregunten a Alejandro, EH, al MAGNO, NO a mi, ja ja.
Un abrazo y suerte para ti
Casualmente, estamos en la semana del Orgullo Gay. Buen marco temporal para introducirnos en tu masculino y sensual relato. Un saludo, Alejandro.
Lo que no es casual es mi relato Jesús, es un reconocimiento para la diversidad en el amor.
Un saludo
Y el combate terminó en tablas y bailando algo de Fangoria, imagino.
Cosas de heroes y semidioses traviesos…
Modes, estas peleas se saben como empiezan pero no como terminan, es lo que tiene el restregar cebolleta, ja ja.
Un abrazo lejano.
Jajaja, has llevado la frase «el roce hace el cariño» a su máxima expresión. Como siempre, original, sensual y divertido, Epi. Abrazos y mucha suerte.
Muchas gracias Salvador, es lo que tiene luchar en bolas. Si mi tocayo Alexandro también se rozaba, es la prueba de la frase del cariño.
Un abrazo (vestido) ja ja
Me ha encantado la idea y cómo nos llevas al desenlace a través de esa puesta en escena que tan bien has descrito. De los que te he leído, uno de los que más me ha gustado. Mucha suerte !!
Gracias Juan Antonio, pero fíjate si soy viejo, que en cole el profe decía: «fulanito, a la palestra».
Por eso lo he recordado.
Un abrazo
Sin palabras, que se puede decir de ese final tan «duro»
Eres un genio Epifisis, no cambies.
Un abrazo y suerte.
A mi edad es difícil cambiar Moli, como mucho a viejo verde, ja ja.
Un abrazo
Ana, las descripciones de los clásicos y las representaciones de los vasos griegos nos dan una imagen de lo que tuvo que ser este tipo de lucha libre, además de una homosexualidad, más que aceptada.
Travieso soy, lo que no sé, es hasta cuando.
Un beso
Epi, buena narración impregnada de tu sello.
Un abrazo.
Blanca de entrada un beso y gracias por tu comentario.
Epi, sólo alguien como tú, puede bordar una historia como ésta. Cien por cien sensorial y apetecible de leer.
Hasta tu próxima aportación, un saludo.
María Jesús, tu siempre tan amable.
Un besazo
Y es que con esos cuerpos tan musculosos, el esfuerzo, el sudor, el roce, …pues aparece un «obelisco», y al final quien quiere contar pudiendo besar?
Saludos!
Carme.