50. La pierna del mariscal Lannes
Napoleón trató de ignorar el desagradable olor que despedía el enfermo. Antes de abandonar la habitación, lanzó una última mirada al yaciente mariscal: otro viejo camarada caído.
Llamó a su fiel Berthier.
–El mariscal deber ser llevado a Francia y enterrado en el Panteón.
El mariscal Lannes falleció unas horas después. Sus restos fueron introducidos en un ataúd de plomo. Sólo faltaba la pierna que le habían amputado en un vano intento de frenar la gangrena. El miembro había sido arrojado a una fosa excavada junto al hospital.
–Yo la encontraré –se ofreció el cirujano que había sido incapaz de salvar a Lannes.
Había cientos de brazos, pies, piernas en aquel agujero. El cirujano pasó mucho tiempo revolviendo los restos. Imposible hallar la pierna del mariscal. Por fin encontró una que también había sido cortada un poco por encima de la rodilla.
–Aquí la traigo.
Berthier miró escépticamente el miembro que le mostraba el doctor. Iba a decirle que esa no era la pierna de Lannes, pero se contuvo. Después de todo, su anónimo dueño había luchado por Francia sin recibir ni rentas ni títulos nobiliarios. Al menos, aquella pierna reposaría gloriosa en el Panteón.
Mon dieu, Sire, un bon relat.
Buena historia y bien contada, que fluye con ritmo; y un pequeño tributo a los soldados sin nombre.
Saludos.
Que buena historia. Muy buena. Me dejas sin piernas, digo sin palabras.
Plácido, todos somos iguales ante la vida, pero ante la muerte esta aseveración se convierte en certeza, se merece tanto o más el panteón. Muy bueno. Abrazos.
Plácido, buen relato y mejor moraleja. Suerte y saludos
Me ha gustado. En algunas ocasiones la vida nos hace a todos iguales, pocas la verdad, pero un trozo de carne con unos huesos es la misma la de un almirante que la de un soldado raso. Interesante. Mucha suerte.
Saludísimos.
Me gusta mucho la ironía que destila este relato. Enhorabuena!!!
Me ha encantado el final. El anonimato de los soldados que arriesgan su vida por el país que aman. Por menos este tendrá una pierna en panteón glorioso.
Un abrazo.
Un final glorioso para esa pierna anónima.
¡Enhorabuena!
Pese al drama de la historia me he permitido sonreír en el último párrafo.
Muy bueno, me ha gustado ese pequeño, aunque no sé si dudoso, homenaje a uno de esos anónimos combatientes de Napoleón.
¡Buenísimo!
Una gran historia.
¡Qué la gloria no se solo para los elegidos! Muy bueno.
Abrazos.
Ingenioso sin duda, de los que dejan la imagen en la memoria. Enhorabuena, Plácido.
Pues original, visual y si se lee con acento afrancesado (no me preguntes el porqué pero yo lo he hecho de segundas) queda un relato genial. Mucha suerte 🙂
Plácido me ha encantado, se vive la escena, siento cerca la tienda de campaña y olor a miembros deshuesados, e muy bueno.
Suerte
Felicidades, sin duda un extraordinario relato.