53. La princesa y el mar
— No llores princesa, que el océano ya tiene mucha agua y no necesita de tus lágrimas.
Miré al autor de aquellas palabras con una mezcla de rabia y desprecio. Yo de princesa tenía bien poco y su tonillo chulesco me daba cien patadas, aquél infeliz no podía haber elegido peor si quería un ligue para esa noche.
Sin molestarme en contestar, comencé a alejarme todo lo rápido que la arena de la playa me permitía. Pero el cretino me seguía. Me había tomado por lo que no era y no quería perder su oportunidad. Qué mala suerte la mía, todo lo peor del mundo se me pegaba como alfileres al imán que los busca. ¿Qué habría sido de Mauro? Tenía que volver, aunque una vez más incumpliera la promesa de abandonarle. Corrí hacia el espigón.
— Tía no vayas, no veas que chungo, un coleguita sa querio dar un bañito y la mar se lo ha tragao.
Me paré en seco. Miré al mar. La luna llena iluminaba lo suficiente para distinguir la cresta blanca de las olas. Sollocé. Volví a correr, pero esta vez en dirección al agua, si Mauro estaba en el océano, yo tenía que estar con él.
luis miguel, nos llevas con tino por tu cuento de la mano de esa chica, podemos ver facilmente la trascendencia de lo que le ocurre gracias a la precision de tu narrativa. Suerte y saludos
Gracias Calamanda Nevado, sin duda fue una noche desafortunada para esa princesa.
Saludos
Triste historia, con aún mas triste final. Muchas vidas se pierden en los océanos de las noches de los bajos fondos de los puertos.
Saludos y suerte.
Gracias,así suele ser la realidad, sin finales felices.
Abrazos
Hola Luis Miguel.
Precisa pincelada con la que nos deja el reflejo amargo de la realidad, de la vida cotidiana, en nuestra retina.
Me gustan los relatos como este, que investigan en asuntos que podrían ocurrirnos, de repente, a cualquiera de los que leemos.
Enhorabuena y mucha suerte,
Ton.
Gracias compañero, la vida no suele ser cosa de princesas habitualmente.
No se si nos podría ocurrir a cualquiera pero que las cosas se tuerzan es desde luego muy corriente.
Un salud.
No podía seguir con él sin sufrir, pero tampoco podía vivir sin él. Pobre princesa.
Suerte, Luis Miguel.
Un saludo.
Eterno y humano juego del amor y desamor.
Muchas gracias Inés por pasar y comentar.
Saludos