109. La puerta
Ha pedido al camionero que hace unas horas lo ha recogido a la salida de esa otra ciudad que lo deje a las afueras de ésta, se ha despedido de él y ya se dirige hacia el descampado que ha divisado, entre la gasolinera y los pabellones abandonados. Camina en línea recta, con huesuda determinación, seguido por el carrito que descapota cual prestidigitador cuando llega donde quería llegar. Entonces despliega sobre el terreno los dos largueros articulados y los une al travesaño superior a punta y martillo, eleva y asienta el cerco completo con cuatro escuadras para después rematar el umbral con el felpudo; por último, saca el portafolio de un lateral, equilibra su vieja pajarita y espera a que sus clientes de nariz arrebolada se vayan acercando a él, intrigados. Es un vendedor experimentado, paciente, y se asegura de que estén todos allí antes de llamar al timbre. Sabe que hace mucho que no escuchan uno. También entiende que, a veces, el primer valiente se demore un poco más de lo habitual en decidirse a abrir la puerta, en preguntarle qué se tercia, buen hombre. El tiempo justo en acostumbrarse a estar, de nuevo, a ese otro lado.
Para los que viven en medio de nada mirar la vida desde el otro lado es la maravilla que vende el personaje. Poético y surrealista, Asier.
Un abrazo.
Gracias, Carmen, a veces una puerta es suficiente para redefinir dos lados que han desaparecido.
Un abrazo.
También tú has arriesgado, compi. Y me parece muy acertado que lo hayas hecho. Me gusta mucho el relato. Me has obligado a releerlo varias veces e ir rearmándolo de a poco. Espero que tengas mucha suerte. Un abrazo
Gracias, Patricia! No sé si acertado, pero la idea me estaba martilleando la cabeza y era lo que quería contar. Si además te ha gustado y te ha pedido varias lecturas, me voy a celebrarlo ahora mismo!!
Un abrazo.
El mero hecho de abrir una puerta siempre conlleva cierta incertidumbre (un@ no sabe, a ciencia cierta, con quién o con qué se va a encontrar). En este relato esa incertidumbre es mayúscula, enigmática, misteriosa…
Mucha suerte con este «complicado» relato (en el mejor sentido del término), Asier.
Un afectuoso saludo
Hola, Nuria,
a veces los relatos salen como su autor, complicados 🙂 Muchas gracias por tus palabras (muy acertadas, por cierto) sobre lo que una puerta depara e implica al abrirse.
Un saludo.
Asier, me gusta tu historia, sobretodo como la cuentas, suerte y saludos
Hola, Calamanda,
Me alegro mucho de que te haya gustado, especialmente lo que dices de la forma de contar la historia.
Un abrazo y gracias por pasarte!