24. LA PUERTA TRUCADA (Mercedes Marín del Valle)
El rótulo en mayúscula sobre el dintel de la puerta, hacía sospechar historias truculentas en vidas atormentadas. El olor a fármaco escapando por las rendijas, auguraba un desfile de batas blancas y jeringuillas somníferas.
No le faltaba valor, era dolor lo que la retenía fuera.
Respiró hondo muchas veces, ninguna fue suficiente para exhalar la desazón que la roía por dentro. Cerró los ojos pidiendo a Dios su fortaleza de crucificado.
Empujó levemente la puerta y se encontró en el interior de aquel laberinto complejo y desolador, espiral infinita de emociones cambiantes en rostros ausentes.
Quejidos seguidos de carcajadas pronunciados por una boca senil, le dieron la bienvenida.
Entró en su habitación y lo halló sentado sobre la cama, escuchando una canción de lluvia. Las lágrimas brotaban de sus ojos, tristísimos. Las suyas nadaron por dentro.
Llegó en justo momento un ángel vestido de galeno y tuvo a bien devolverles la vida.
Acercó hasta él sus zapatos de deporte y, de la mano, corrieron hacia la salida. Para entrar solo hizo falta un leve empujón, para salir necesitaron a Dios, al guardia de seguridad y un extenso documento donde rezaba la firma de la psiquiatra.
Mercedes, nos has trasladado con tus descripciones a un lugar, reconocible por su contenido, del que huimos como de la peste, suerte y saludos
Está muy bien escrito y es muy sensorial. No hacer falta que digas de lo que estás hablando porque las descripciones son fantástaticas. Mucha suerte 🙂
Me ha encantado el final. Todo presagiaba un final horrible. Qué bueno que no fue así. Qué buena historia. Felicidades!
Tan original como bonito. La mente, el laberinto número uno del ser humano.
Un saludo
Gracias a todos vosotros por vuestro apoyo. Una feliz tarde y una bella vida.
Gracias Ana, eso pretendo cuando escribo, de mi corazón al del lector.