55. La Radio de Papá
Papa me contó que desde niño le encantaba la radio. Su padre tenía una de galena que por la noche, cuando los aviones habían pasado de largo, camino del frente, conectaba al somier de su cama y la acercaba al oído para poder escucharla. Todas las noches su inquebrantable compañera espantaba la soledad que, cuando uno está lejos de los suyos, es la más difícil de sobrellevar.
Desde que recuerdo, los domingos por la mañana, mi padre me llevaba al parque mientras él, sentado en un banco, se aislaba de todo con el auricular conectado al transistor. No llegué a saber qué escuchaba, qué esperaba oír, ni cual sería esa noticia por la que nunca abandonó aquella vieja radio, a la que jamás vi cambiar las pilas. Quizás, simplemente quizás, había perdido la esperanza y sólo le quedaba la costumbre.
Hoy, que ya no puedo llevarle de paseo con su mano cogida a mi brazo, contemplo como la lluvia esponja la húmeda tierra del altar de fresnos donde sus cenizas reposan a la espera de esa noticia que nunca llegó, mientras me pongo el auricular de su radio para recordar su voz llamándome como cuando corría por el parque.
Bravo Luís. Bien recreado ese tránsito vital a través del hilo conductor en el que conviertes a esa radio siempre compañera.
Me gustó. Que tengas suerte,
Ton.
Muchas gracias, Ton. Cierto es, la radio ha vertebrado la vida de nuestras familias, generación tras generación.
Muchas gracias
LuisCar
Luis, entrañpable relato con la radio testigo de una vida. Suerte y saludos
Muchas gracias por tus amables palabras. La radio y la vida, elementos inseparables. Desde mi generación no se entiende la una sin la otra.
LuisCar
Qué bonito. Él esperaba recibir la noticia de que había terminado la guerra en su país ¿verdad, Luis? O que había terminado la dictadura y podía regresar a él…
En realidad la noticia nunca llegó, pero sin duda era de vital importancia para él.
Muchas gracias y suerte.
LuisCar
Una historia muy bonita y muy bien contada. Toda una vida aferrado a una radio, esperando la noticia que cambiaría todo. Te deseo mucha suerte. Un saludo 🙂
La radio es la historia de muchas vidas. El momento de vivir en las ondas maravillosas historias que nos transportan a lejanos lugares. Quién no se apunta a ser el Conde de Montecristo, el capitán Acad o John Silver. Yo desde luego me enrolo en ese barco.
Muchas gracias y mucha suerte a ti también.
LuisCar
Los recuerdos invaden tus letras, pero mantienes el secreto que no podemos dilucidar.
Muy bueno, me gustó.
Un abrazo y suerte.
Bien dices, Moli. El secreto está en un altar de fresnos cuya umbría sirve de remanso de paz para todo aquel que se acerca a visitarlo.
Ciertamente está en los mapas, pero sobre todo esta grabado en el mapa de mi corazón.
Muchas gracias por tus palabras y mucha suerte.
LuisCar
Algo más que un vehículo de transmisión, un mecanismo concebido para suministrar la mejor compañía, como bien dices: «inquebrantable compañera» capaz de «espantar la soledad», susceptible de transmitir un mensaje de esperanza, o al menos de mantenerla viva, además de acoger la voz de los que ya no están.
Un abrazo y suerte
Muchas gracias, tus palabras son muy amables y acertadas. Un fuerte abrazo y muchas gracias.
LuisCar
Has utilizado la dulzura para describir la amargura.
Muy bien, Calamanda
Suerte
Perdón Luis. Este comentario corresponde a Calamanda Nevado. No sé como se ha colado en el tuyo.
De tu historia te diré, que el padre del «prota», nunca perdió la esperanza de escuchar la noticia que nunca llegó.
Lo has adornado con un lenguaje poético, muy agradable.
Te deseo mucha suerte.
No te preocupes, el mejor escribano hace un borrón y ¿quién, alguna vez, no ha tirando el tintero sobre la mesa?
De todas maneras muchas gracias por tus amables palabras
Mucha suerte
LuisCar
Luis entrañable relato. Suerte
Muchas gracias, Manuel.
Un abrazo y mucha suerte
Bonito y entrañable relato Luis.
Suerte
Muchas gracias, Blanca.
Un abrazo y suerte.
Qué emotivo y visual, Luis. Enhorabuena. Mucha suerte.
Muchas gracias, Izaskun. Es verdad aveces escribescon el hígado y otras con el corazón. Creo que en este se nota con qué está escrito.
Un abrazo y suerte.
La atmósfera de este relato está muy bien lograda, Luis. Te felicito por ello. El ansia por recibir una noticia, que nunca llega, también puede matar…
¡Felicidades!
Muchas gracias por el comentario. ¿Quien de nosotros no espera una noticia, quien no tiene anhelos y esperanzas? Yo sí, desde luego.
Un saludo y suerte.
Hola, LuisCar.
Es deliciosa la relación entre hijo/padre y esa radio de fondo como nexo de unión.
Me gusta mucho tu historia y me alegra tenerte compartiendo historias por aquí.
Un abrazo grandísimo y mucha suerte.
Hola Towi, como ya te dije, se te echaba de menos por estos lares y me encanta que hayas tenido un momento para leerme. Y como soy muy exagerado te envio un enorme y hermoso abrazo. Suerte también te deseo, aunque me consta que no la necesitas.
LuisCar
No lo entiendo. Me pierdo, problema mío, seguro. Verás, el narrador en primera habla de la radio de su abuelo (O hay un cambio de narrador y la radio es del padre). Luego dice que su padre le lleva al parque y escucha el transistor esperando una noticia (¿es el padre el que está esperando la muerte de Franco? Uff, qué lío. El último párrafo me sorprende, lo veo lioso. Se pone el auricular para recordar su voz llamándole (¿Tenía su voz grabada?). Necesito plano. Veré que dicen los comentarios. Todos te felicitan, luego, LuisCar, olvida mi comentario, estoy torpe, perdón.
Estimado Javier, quiero darte las gracias por varios motivos. Uno de ellos es por el tiempo que has empleado, que sin duda ha sido perdido. Otro es por el esfuerzo en intentar y no comprenderlo y por último por la molestia que te has tomado en escribir el comentario. Creo que comentar la historia no es necesario, pero en cualquier caso si lo deseas podemos charlar en un foro privado.
Muchas gracias de todo corazón porque de las criticas se aprende y mis ansias de aprender son enormes.
Un abrazo y mucha suerte