07. La rebelión de las máquinas
– Todos los aparatos se volvieron locos. La tostadora golpeó a mamá. A papá se la tragó la lavadora. Y el aspirador se comió a mi hámster – relató en un hilo de voz el pequeño.
– ¿Y cómo es que a ti no te hicieron nada? – inquirió el oficial de policía.
– No lo sé – respondió el chico todavía ataviado con la caja de cartón forrada de papel de aluminio de la fiesta de disfraces.
Mi madre decía que mi juguete favorito de pequeño era una caja con una cuerda, que arrastraba por todas partes, algo que tu pequeño protagonista me ha recordado; tiempos distintos aquellos a los actuales, en los que muchos niños nacen con una pantalla entre las manos. A mayor sofisticación mayor evolución, se supone, pero también mayor peligro de que sucedan accidentes, o hasta rebeliones de máquinas capaces de pensar por sí mismas, con capacidad de volverse contra sus creadores.
Breve e inquietante.
Un abrazo, Raúl. Suerte
Las máquinas nos rodean haciéndonos la vida más fácil. Ya lo hemos visto en algunas películas futuristas, el día en que tomen conciencia de su poder ya podemos correr.
Una vez más, muchísimas gracias por tus palabras.
Pobres padres. Y pobre hámster. Suerte que el pequeño se disfrazara de robot. Quién sabe cómo hubiera acabado.
Una sencilla caja de cartón envuelta en papel de plata sirvió para que las máquinas rebeldes lo tomaran por uno de los suyos. Tuvo suerte porque ahí estaba la presencia amenazante de la consola.
Interesante, supongo que era porque estaba rodeado de papel de aluminio jaja. ¡Me encantó el cuento!
Me ha gustado mucho tu micro, Raúl. Una visión divertida y doméstica del futuro, como un capítulo entrañable de Black Mirror.
Mucha suerte!
Si les podemos engañar aún queda esperanza jjj ¡suerte!
Así es, Rosana. Era un sencillo disfraz de robot. Me alegra que te haya gustado.
Me encanta Black Mirror y su futuro distópico. Supongo que se nota. Jeje Muchas gracias Rosalía.
Eso es, Ana. Todavía hay esperanza. Quién sabe, quizá este pequeño es un John Connor que plantará cara a las malvadas máquinas.
¡Gracias!
Imagino al niño disfrazado como el hombre de hojalata del Mago de Oz, cubierto de papel de plata y con un embudo metálico en la cabeza tratando de ocultar su corazón y sus sentimientos al ejercicio de máquinas.
Viendo cómo acaban con la vida de su familia. Para volverse loco (y no lo digo por el embudo en la cabeza)
Breve y ágil.
Mucha suerte.
¡Gracias María!