105 La sangre y la inocencia
A Red la guerra le extirpó la inocencia. También le arrebató un ojo y una mano, acumulando un parche, un muñón y trece cicatrices. La más profunda, la del costado, partió su alma en dos.
Sobrevive de milagro, dicen todos.
Los padres de Bianca fallecieron al derrumbarse un torreón durante la última batalla de la guerra. Ahora es la nueva reina. Ella preferiría que aquel soldado la hubiera dejado entre los escombros, haber muerto con sus padres. Por eso le odia un poco. Sabe que no debería sentir eso, pero lo siente. El chico perdió medio pulmón por ella y ahora, a veces, escupe sangre.
Ha transcurrido algún tiempo.
Cuando Bianca entra al salón Red se ruboriza. Ahora es comandante de la guardia real y un comandante no debería sonrojarse tanto, pero la sangre rebulle en su rostro.
Ella simula no verle.
–Alteza –dice Red cuando Bianca pasa.
Y ella camina erguida, lánguida. Red tose y ella se detiene:
–Comandante.
Se aproxima y, encubriendo el gesto, le acaricia el costado.
Sentada en su trono, suspira y abraza su vientre, imaginando un bebé rosado, mezcla de la bravura de Red y de su propia inocencia, dos viejos mundos reducidos a cenizas.
Magistral. De libro.
Enhorabuena!
Ay,Yolanda! Un millón de gracias! Gracias por leerme, por comentarme y por tu generosidad!
Muchos besos
Todo es devastación en una guerra, ni siquiera los supervivientes salen indemnes, acumulan pérdidas irreparables de seres queridos, cicatrices y secuelas físicas y en el alma. No es extraño que esa joven reina hubiera preferido seguir el camino de sus padres, en lugar de tener que alzarse sobre tanto escombro y desolación y, como tú dices, tirar «palante», una idea que, como concepto, está muy bien, pero una guerra consigue que lo que una vez fue o pudo ser, ya nunca sea, con la bravura de ese soldado que queda maltrecho, con la inocencia de una joven que pierde las ilusiones.
Un relato de impecable factura, que recuerda un poco los cuentos clásicos, pero con un final sin perdices, apegado a la cruda realidad.
Un abrazo y suerte, Salva.
Hola, Ángel! No me cansaré de decir que tus comentarios suponen una extensión esperada y enriquecedora del relato original. Un despiece necesario para disfrutar de las piezas de carne y de las entrañas y el jugo, de todo su potencial.
Todos tus comentarios certeros como suelen ser.
Certeros y generosos.
Gracias, amigo!
Qué bonito y qué triste! Me encanta esta historia. Hay amores que se quedan así, como a punto de llover… El aire pesa lleno de tensión pero no termina de caer una sola gota. Precioso.
Ay, Pilar! Cómo me pirra esa frase de «amores que se quedan así, como a punto de llover…» Es preciosa.
Me alegro de que te guste. En este mundo, el amor bonito, gusta, pero el amor triste, emociona…
Gracias!!!
¡Cuánta desolación deja una guerra! A ver si con un poco de suerte ese bebé sonrojado consigue que los dos jóvenes se vuelvan a acercar y la vida les vuelve a sonreir.
(Aunque no son siempre así, me gustan los finales felices)
Un amor triste bellamente escrito.
Un beso, Salva.
Carme.
La guerra deja desolación, destrucción y cicatrices en cuerpos y almas…
Y la vida sigue y hay que vivir y enamorarse y avanzar… a pesar del dolor.
Gracias, Carme!!
Un relato genial, lleno de matices y contrastes que se disfrutan al degustarlo. Con el sello de calidad de Terceño. Rechace imitaciones.
Suerte y abrazo.
Amigo Rafa, gracias por tu comentario lleno de generosidad y cariño. Gracias por disfrutar de mi relato… ¡Sello de calidad Terceño! Jajaja… buenísssimo.
Abrazo fuerte, amigo
Me ha gustado mucho, por el modo de exponerlo y por la historia en si, amor y realidad, un hermoso cuento a pesar del final. A veces pienso «Por qué al finalizar una guerra se habla de vencedores y perdedores?», todos perdemos. Un beso.
Magnífico análisis, Maite! Tras una guerra, solo un idiota podría declararse vencedor… cuando todo es destrucción y muerte.
En este caso tenemos un amor-a-pesar-de-todo…
Almas rotas, cuerpos rotos, ciudades rotas y, entre los escombros, miradas y suspiros…
Gracias, Maite!
Salvador, tu forma de contar esta historia, a la clásica, está muy conseguida. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda! He tratado de narrar una historia atípica de una forma atípica, a ver qué resultaba… Y mezclar rojo y blanco para que saliera rosa…
Besos!!