11. LA SEGUNDA CALLE
Ayer te vi cruzar por la segunda calle. La que queda a la derecha, al final de la glorieta. ¿Puede una glorieta tener final? Para nosotros hasta los círculos tuvieron un comienzo. Ayer entré en la heladería de la segunda calle, donde, si miras por la puerta de atrás encuentras un patio con una bicicleta pintada con acuarela que cuando llueve pierde sus colores, pero sigue siendo de la niña italiana que ha crecido bajo nuestras miradas, subiéndose día sí, día no. A veces la veo. Hace tiempo que se cortó la trenza, y no creció demasiado. Su madre me sirvió ayer un helado de vainilla con sirope de fresa y la vi tender la ropa.
¿Recuerdas cuando fuimos a la heladería por primera vez? Reímos, porque la niña cogió un sapo que le salto a la cara. “En la segunda calle de la rotonda acaban de abrir una heladería”, dijiste el día que nos conocimos. “Las rotondas no tienen primeras o segundas calles.” “Sí, te la enseñaré”. Y me llevaste de la mano.
¿Qué soy yo para ti? Me pregunto hoy, cuando te veo con la niña italiana que ya no es una niña y que ya no lleva trenza, cruzar por la segunda calle y pasar por delante de mi casa. Hace tanto que ya no nos conocemos.
Muchas gracias Juan. Tus palabras me emocionan a mí. Feliz estío a ti también!
Alba
Es muy bonito el relato. Creo que has conseguido algo muy difícil que es involucrar al lector en la voz narrativa, hacer que sienta la nostalgia y la tristeza desde el inicio. Con el juego de las primeras y segundas calles, y la niña adulta que le priva de las delicias del amor a la protagonista. Buen relato, suerte.
Muchas gracias Lorenzo.
Un abrazo,
Alba
Puede una glorieta tener final? Tu cuento tampoco!
Gracias Maria José
Estupendo microrrelato. La vida humana es breve pero a la vez lo bastante extensa como para conocernos y olvidarnos los unos a los otros unas cuantas veces. Enhorabuena.
Cierto Iván. Muchas gracias.
Muy bonito relato. Me ha tocado. Saludos
Gracias Virgina. Saludos a ti también.
Si no es nada para él hoy, lo fue antes y lo que disfrutaron en los círculos en los que veían principio, eso nadie podrá arrebatårselo. Lo que crecieron, lo que rieron, lo que se amaron, lo que vivieron y el sabor de los helados de entonces perdurará en algún lugar de sus cuerpos y sus almas.
Es un microrelato precioso, agridulce, el encanto de los recuerdos compartidos y la pena de la pérdida, y siempre la niña italiana, ayer y hoy.
Gracias Maite. Un saludo.
Encantador relato, lleno de poesía y nostalgia. Así como la glorieta no tiene final tampoco lo tiene la magia que nos regalas…
Un abrazo y suerte
Muchas gracias Moli. Un abrazo también.
Bravo Alba. Sospecho que estás en otro nivel. El relato que presentas es precioso, y con un pedacito de vida en su interior.
Enhorabuena,
Ton
Gracias Ton por tu generoso comentario. Un saludo.
Madre, qué bien escrito. Es una gozada releerlo. Enhorabuena.
Muchas gracias Miguel ángel. Un saludo.
Enhorabuena. Me parece un relato sutil, con una nostalgia dulce y encantadora. Vas creciendo a pasos agigantados, madurando a una velocidad de vértigo. Hay que seguir en el camino, lo haces cada vez mejor. Es un relato para disfrutarlo y saborearlo, igual que el helado de vainilla
Gracias Antonio. Es un lujo saber que siempre estás ahí, leyéndome y acompañándome en este camino. Un abrazo grande desde mi «Silence».
Precioso relato prosado donde la nostalgia se viste de acuarela y viaja por rotondas infinitas, con salida para primeros amores y helados.
Un beso Alba.
Gracias Mª Belén. Sí, la nostalgia casi siempre es infinita. Un beso a ti también.
No es sólo lo que narras, sino cómo lo haces, convirtiendo a calles y glorietas en otro personaje. La soledad de alguien que ha visto su tiempo detenido desde que se le negó la posibilidad de transitar con quien más quería.
«¿Qué soy yo para ti, me pregunto hoy?», es una cuestión que encierra dolor, impotencia y estancamiento, pero, sobre todo, un amor absoluto, insoslayable e incondicional, que nunca asimilará no ser correspondido.
Creo que es la primera vez que te leo, pero algo me dice que no va a ser la última, que volveré a encontrar tus letras tras girar en alguna glorieta.
Encantado, suerte y un saludo, Alba
Muchas gracias! El mes pasado envíe el primero, «Perros monstruosos». Me gusta el blog y si quieres leer mis relatos habituales puedes pasarte por el mío también. Encantada igualmente, también un saludo Ángel!
Querida Alba Sabina: Como siempre tus relatos cobran en mi mente una misteriosa tristeza. Creo estás lista para las «grandes ligas literarias». Un beso.
Gracias querido Gonzalo, por leerme siempre, vamos despacio como ya sabes. Otro beso para ti.
Nostalgia, delicadeza, tristeza, poesía…
Qué bonito,lo he leido dos veces seguidas para re-disfrutarlo. Es una prosa muy bella en una historia llena de nostalgia.
Preciosa y original historia de rotondas, bicicletas pintadas y sapos que nos remueve algo por dentro: la nostalgia del primer amor.
Muy bueno Alba Sabina.
Alba, tus hilos conductores nos llevan de la mano por el relato. Nos involucras hasta el final de esta bella historia bien contada. Suerte y saludos
Un relato de prosa encantadora y tan bien escrito. Felicidades.
Relato triste de amores perdidos que el tiempo no ha desecho. Un tono de tristeza y pena transmite. Tuve un problema con «bicicleta pintada con acualeras» pensé en un cuadro. Me ha gustado tu propuesta, ese juego metafórico de la rotonda y la segunda.
Gracias a todos por sus comentarios. Un placer estar por aquí. Abrazos, Alba
Me ha encantado tu prosa, Alba, no recuerdo haberte leido antes. Bienvenida y suerte.
Pues, la verdad, Alba, un relato redondo como una rotonda.
Son tantas cosas las que se visualizan.
Me encanta el adunto de si las rotondas tiene calles numerables.
Y el final, pues vaya, nostálgico y con las dudas de las relaciones finiquitadas.
Abrazos
Gracias a todos por sus comentarios. Los voy leyendo. Un abrazo a todos.
La historia de las cosas como excusa para contar lo que de verdad importa. Muy bueno, suerte!!!
Has sabido dar un toque agridulce a tu relato impresionante. El dulce ayer, con helado incluido, la ilusión de la bicicleta pintada de acuarela, y su dueña la niña de la trenza, con la transformación y el olvido de hoy.
Un cuento buenísimo.
Alba, nostálgico relato de relaciones que el tiempo bifurca en diferentes direcciones. Muy bueno. Abrazos y feliz verano.
Preciosa forma de contarnos la tristeza de la protagonista, mucha suerte Alba con este relato lleno de nostalgia.
No sé si me repetiré con todo lo que te han dicho. Me ha encantado tu relato.
Al releerlo me lo he imaginado como un cortometraje, desde varios puntos de vista temporales, el de la glorieta incluído.
Muy original, muy ágil y muy bien contado.
Felicidades y Suerte.
Estaba convencido de que este estaría. Si no, habría sido una injusticia.
Enhorabuena, Alba.
Bueno, al final no está, me pasé de palabras, pero igualmente me alegro de que les haya gustado. Gracias Miguel Ángel.
Lo he dicho allí y lo repito, que no pueda participar con ese número de palabras aquí no quita que hayas escrito un magnífico relato.
Felicidades, de nuevo, Alba.
No conocía el relato y me ha encantado.
Enhorabuena, es muy bueno.