77. La tregua de la nostalgia
Mirando al infinito, escucha las palabras varadas que le dejó un marinero en la orilla de sus desvelos. A pesar de que el recuerdo de su Neptuno se va gastando con el paso de los días, lo sigue esperando sentada en el muelle. Los años se han deslizado por su cuerpo sin la costumbre de mirarse a un espejo, y se sorprende al ver sus arrugas reflejadas en el agua. Aún no sabe lo caprichoso que puede ser el destino, mientras respira los trozos de brisa que le quedan al atardecer. Antes de volver al andamiaje de su rutina, en el horizonte atisba, asomado a la proa de un bote descascarillado, a su príncipe azul con una sonrisa casi imperceptible, como dibujada con un lápiz sin punta. En las manos le trae unos zapatos de cristal y en el pecho, atadas por el salitre del mar, cada una de las promesas que le hizo.
¡caramba, Pablo! te ha salido un relato muy poético y pleno de belleza. Me ha gustado tu Penélope portuaria.
Suerte y abrazos.
Muchas gracias, Rafa. Curiosamente mi mujer también se acordó de Penélope cuando lo leyó. ?.
Un abrazo, supercampeón. Me alegra que te haya gustado la propuesta.
Pablo
No sé si te costó escribir este relato (como lo dices en facebook), pero el resultado es muy muy bueno. ¡Enhorabuena!
Pues no sabes lo que me alegra que te guste, Vernay. Como has leído en Facebook, sí que me costó encontrar el tema y el punto de inspiración para escribirlo. Leyendo tus palabras veo que el esfuerzo ha merecido la pena.
Un beso bien fuerte. ?
Pablo, bello relato y muy inspirador. Suerte y saludos
Muchísimas gracias por pasarte por aquí, Calamanda. Me alegro que te parezca bello.
Un besote.
Pablo
Afortunadamente, tu historia acaba aquí, porque a ver qué tal regresa su amado (lleva razón Rafa al relacionar la situación con la de Penélope, e igual ya no es aquel al que espera ella), qué explicaciones da sobre esa prolongada ausencia y cómo funciona la relación después de tan prolongada pausa. En cualquier caso, ya sea real o lo esté imaginando ella, el final el muy gratificante, además de poner un broche perfecto a tan poética y romántica historia. Enhorabuena y mucha suerte, Pablo.
¡Hola, Enrique!
Como siempre digo, la historia la debe terminar el lector, pero yo la pensé con final feliz, porque cuando se mira con el corazón y la locura no ha vencido aún a la espera, se reconoce al ser amado.
Gratificante es tu comentario y que te pases por aquí.
Abrazo, crack.
Pablo